El Tribunal de Cuentas recomienda la introducción de una pequeña aportación económica de los empleados que utilizan su cuenta de formación personal (CPF) para orientar sus elecciones hacia una formación más “orientada al desarrollo de competencias y empleabilidad”. «Para no disuadir a los titulares de un CPF de utilizarlo, en particular a las personas con bajos ingresos, este cargo restante debe fijarse en un nivel bastante bajo, por ejemplo, el 5 % o el 10 % del costo de la capacitación, y modularse de acuerdo con al nivel de cualificación de la formación deseada por el beneficiario”, subraya el Tribunal en un informe sobre la formación profesional de los empleados publicado este viernes.
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Opuesto durante mucho tiempo a la introducción de un resto dependiente, el gobierno hizo votar el principio en la ley de finanzas de 2023 y aún debe arbitrar el monto. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, aboga así por un cargo restante de alrededor del 30%, “excepto cuando el empleador paga o estás en una situación difícil, por ejemplo, si estás desempleado”. Debido a su éxito, el coste del CPF ascendió a 2.600 millones de euros en 2021 cuando solo se habían presupuestado 1.400 millones. El CPF permite a los empleados acceder a sus derechos de formación. Desde su reforma en 2019, la cuenta, accesible a través de la aplicación Moncompteformation, se abona en euros y ya no en horas. Se complementa con 500 euros cada año con un tope de 5.000 euros.
La reforma del CPF ha permitido su democratización, reconoce la Corte. El número anual de expedientes, entre 500.000 y 600.000 de 2016 a 2019, ascendió a 1,1 millones en 2020, luego a 2,1 millones en 2021, con una distribución constante entre empleados (70%) y demandantes de empleo (30%). En cuanto a los empleados, el lugar de los menores de 25 años aumentó del 3,5% en 2019 al 9% en 2021, “mostrando un mayor apetito entre los trabajadores jóvenes por la nueva herramienta”, según el Tribunal. Pero, “el CPF renovado está muy por debajo de las expectativas en cuanto al objetivo de desarrollar las capacidades de los activos”, lamenta el Tribunal. Según una encuesta publicada en febrero, un tercio de los cursos de formación financiados por el CPF conducen a la obtención de la certificación. “Una parte todavía significativa del gasto no conduce a una certificación habilitante, incluso si puede tener un efecto positivo en la carrera profesional de los beneficiarios (permiso de conducir, por ejemplo)”, señala el Tribunal.