La fiscalía solicitó tres años de prisión suspendida y una multa de 20.000 euros contra un cirujano urólogo, juzgado este jueves 29 de junio ante el juzgado de lo penal de Bourges por haber provocado la muerte de un paciente durante una operación de próstata «apocalíptica» en 2016.

La fiscal de Bourges, Céline Visiédo, también exigió una pena condicional de dos años de prisión contra el anestesista presente en el quirófano del hospital de Bourges el 14 de enero de 2016.

El paciente, que tenía 60 años durante la operación y sin antecedentes médicos, había fallecido a causa de un “síndrome de RTU”, un síndrome de reabsorción del líquido de enjuague de la operación (glicocoll), según los expertos. Según diversos informes médicos, este síndrome apareció en particular debido a una operación demasiado larga y un sangrado que no fue controlado por el cirujano durante la resección de la próstata. El síndrome no había sido detectado a tiempo por el anestesiólogo, mientras que en el quirófano había «un clima deletéreo», según el fiscal.

Los testimonios recogidos durante el procedimiento describieron el comportamiento “agitado” y “brutal”, o incluso un urólogo “histérico”, con “gestos violentos”. Este enfado se habría desencadenado por un error en el equipo facilitado por el hospital para la operación. Un error reparado con bastante rapidez según los elementos de la investigación. Para el cirujano, que tiene 30 años de especialización en urología y tenía 59 años al momento de los hechos, la pérdida del paciente se debió a «mala suerte» y no a errores de su parte.

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«Desde fuera es apocalíptico», insistió Céline Visiédo, sin embargo, refiriéndose a una «pérdida de control de la situación (…) de principio a fin». Para la defensa del cirujano, Me Amélie Chiffert reconoció la «imprudencia» de su cliente, pero argumentó que no había «cierta relación causal» entre sus acciones y la muerte del paciente. Por su parte, el anestesista justificó poner a dormir al paciente, que sólo se beneficiaba de anestesia local al inicio de la operación, para que no presenciara la escena que se desarrollaba en el bloque. También fue necesario anestesiarlo más fuertemente para preparar la reanimación de un paciente que había perdido mucha sangre.

“El hecho de haber sedado profundamente al paciente impedía notar la amplitud del síndrome de RTUP”, aseguró el fiscal, al considerar que el profesional no había alertado suficientemente al cirujano del deterioro del estado del paciente. Por no haber facilitado inicialmente el equipamiento adecuado desde el inicio de la intervención, la fiscalía reclamaba una multa de 90.000 euros contra el hospital. La decisión se reservó para el 13 de septiembre.