¿Emmanuel Macron desairado por Putin? Al elegir realizar una visita de Estado a Moscú en lugar de París, el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, recordó hasta qué punto la apuesta de Emmanuel Macron por un acercamiento a Argel seguía siendo incierta y arriesgada.

La secuencia prometía ser grandiosa: el jefe de Estado argelino escoltado desde los Inválidos hasta el Elíseo por la Guardia Republicana a caballo, todo un símbolo para un país en busca de reconocimiento internacional, además en la antigua potencia colonial.

La visita, inicialmente prevista para principios de mayo, había sido aplazada a junio por temor de los argelinos a que la fiesta se viese estropeada por las manifestaciones del 1 de mayo contra la reforma de las pensiones, según fuentes concordantes. Pero Abdelmadjid Tebboune nunca confirmó su llegada, que iba a confirmar la mejoría entre los dos países tras una serie de crisis diplomáticas. Las dos partes están «discutiendo para encontrar una fecha que pueda ser adecuada», se limita a decir el Elíseo, confirmando así indirectamente un nuevo aplazamiento de la visita.

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“Este es el enésimo episodio de las tumultuosas y complejas relaciones entre París y Argel”, resume Brahim Oumansour, director del Observatorio del Magreb en el Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (Iris) de París. El presidente argelino apareció finalmente en el Kremlin el jueves, firmando a bombo y platillo con su homólogo Vladimir Putin varios acuerdos destinados a profundizar la “asociación estratégica” bilateral.

Más allá de la amistad desplegada por los dos presidentes, la relación entre Francia y Argelia sigue marcada por la desconfianza, los malentendidos y los silencios. “Todo esto sigue siendo muy incierto, muy aleatorio, muy contradictorio”, reconoce una fuente diplomática francesa.

En Argel, el sentimiento anti-francés sale a la superficie regularmente a medida que aumentan las tensiones. Tampoco ha ayudado el debate en Francia sobre un posible cuestionamiento del acuerdo migratorio concluido en 1968 con Argelia.

A 18 meses de las elecciones presidenciales de Argelia, una visita del presidente Tebboune a Francia podría jugarle en contra, esboza Brahim Oumansour. Las responsabilidades coloniales aún pesan mucho entre los dos países. El poder argelino resultante de la guerra de independencia extrae de ella su legitimidad. Una verdadera «renta conmemorativa», había lanzado Emmanuel Macron en 2021, despertando luego la ira de Argel.

Argelia, candidata a entrar en el club Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), también puede preferir «evitar cualquier nota falsa con una visita a París», prosigue el experto del IRIS.

Los Brics quieren posicionarse como una alternativa al orden mundial liderado por Occidente. Rival de poder regional de Marruecos, Argel apunta a jugar en las grandes ligas.

Una visita a Moscú no se ve necesariamente con malos ojos en París. “Argelia es un mediador, alguien que puede hablar con otros a los que no se habla. El hecho de que hable con los rusos, en el límite es mucho mejor”, estima la fuente diplomática. Emmanuel Macron, por su parte, se mantiene lejos de su objetivo de reconciliar memorias y revivir la relación franco-argelina, particularmente a nivel económico.

Al redoblar su atención por Argel, también ha lastrado una relación ya difícil con Marruecos. “El acto de equilibrio de Francia entre los dos países se ve más como un doble juego”, señala Brahim Oumansour. Rabat y París son fríos desde hace meses, un congelamiento en las relaciones que arraiga y persiste (todavía no hay embajador marroquí en Francia). En el origen de este grave distanciamiento, las restricciones a la concesión de visados ​​dirigidas a los nacionales marroquíes, medida levantada oficialmente en diciembre.

Pero más allá de eso, Marruecos critica principalmente a Francia por no alinearse con Estados Unidos y España, que han reconocido la marroquinidad del disputado territorio del Sáhara Occidental, considerado como causa nacional en Rabat. La visita de Estado de Emmanuel Macron a Marruecos, prometida varias veces, también se pospone constantemente. “Tenemos que encontrar el camino a la cima, no es fácil, pero es realmente la preocupación del momento, conseguir reactivar nuestras relaciones y volver a encarrilarlas”, concedemos en París.