Dos tercios de las capas freáticas en Francia continental todavía están por debajo de lo normal, anunció el ministro para la Transición Ecológica, Christophe Béchu, en CNews el miércoles 14 de junio, informando de «preocupaciones muy serias» sobre ciertas áreas como el corredor del Ródano y el Mediterráneo. .
La Oficina de Investigación Geológica y Minera (BRGM), a cargo del monitoreo de aguas subterráneas, debe publicar su informe completo para el mes de mayo el miércoles por la tarde.
Hace un mes, el 68% de las napas freáticas se encontraban en niveles moderadamente bajos a muy bajos en Francia, lo que reforzaba los temores de una nueva sequía de verano comparable o incluso peor que la de 2022. Desde entonces, ciertamente ha llovido mucho en ciertas regiones, pero «las lluvias de mayo y junio son menos efectivas», porque gran parte de ellas son absorbidas por la vegetación y por tanto no penetran hasta los mantos freáticos, las principales reservas de agua potable, explicó el ministro. “Tenemos dos tercios del país donde el nivel freático está por debajo de lo normal, el 66% es enorme”, dijo el ministro, atribuyendo esta situación a los efectos del cambio climático.
Con la perturbación del clima, “el agua cae a veces de forma más brutal, más concentrada, y gran parte de esta agua que cae es absorbida por el aumento de las temperaturas”, con la doble consecuencia “menos agua para las actividades humanas y por otro lado, desastres provocados por escorrentías y temporales de extrema violencia”, como los vividos en los últimos días en determinadas regiones.
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Respecto al año pasado por la misma época, la situación de los manteles «es más contrastada», con regiones donde «está mejor, como Bretaña», y otras «donde está peor, como en el Valle del Ródano y en el Mediterráneo». , explicó Christophe Béchu. “Existe entonces una preocupación muy seria” sobre estas áreas y “una necesidad de ahorrar más agua”, subrayó, indicando que alrededor de quince departamentos ya están experimentando importantes restricciones de agua.
«Durante mucho tiempo vivimos como niños mimados pensando que nunca nos íbamos a quedar sin agua», declaró Christophe Béchu, señalando en particular el exceso de hormigonado – «durante los últimos 50 años, hemos artificializado más el suelo que en 500 años»- y la necesidad de adaptarse mejor al hecho de que tendremos «menos agua disponible» y de «luchar contra el despilfarro».