En el verano de 2003, una ola de calor azotó Francia y provocó la muerte de casi 15.000 personas. Principalmente personas mayores. Este episodio asesino inspiró a Jean-Pierre Raffarin, entonces Primer Ministro, a tomar una medida simbólica destinada a financiar proyectos de apoyo a personas mayores o discapacitadas. Propone crear un “día de la solidaridad”.
La ley que la establece fue finalmente promulgada el 1 de julio de 2004. “Se concreta en una jornada adicional de trabajo no remunerado para los trabajadores por cuenta ajena y en la aportación de los empresarios para financiar la autonomía de las personas mayores y discapacitadas”, se lee en el Diario Oficial Diario.
En un principio, está previsto que la fecha de este día hábil, que debe ser distinta del 1 de mayo, sea determinada por “un convenio, un acuerdo de rama o un acuerdo de empresa”. A falta de acuerdo, era lunes de Pentecostés, hasta entonces festivo y día libre, el que se trabajaba. Desde 2008 se ha eliminado la referencia al Lunes de Pentecostés y este día festivo vuelve a ser día no laborable.
Los procedimientos para la realización de la jornada solidaria se establecen por convenio colectivo o por decisión del empleador. En el caso de convenio, puede preverse diferentes supuestos: o bien los trabajadores trabajan en un día festivo no trabajado previamente (excepto el 1 de mayo), o bien trabajan en día de descanso, o cualquier otra modalidad que permita trabajar durante 7 horas que no fueron trabajados previamente. Así, en determinados casos, el convenio puede prever que ese día se divida en horas – siempre que el total represente 7 horas en el año.
Si no se establece convenio colectivo, es el empresario quien decide sobre las modalidades de realización de la jornada solidaria, previa consulta al comité de empresa o, en su defecto, a los representantes del personal si existieran.
En cuanto a la fecha de este día, ya sea fijado por convenio colectivo o por decisión del empleador, “puede ser diferente para cada trabajador de la empresa, cuando ésta labore de manera continua o esté abierta todos los días del año”, especifica el Ministerio de Trabajo. Sin embargo, en Moselle, Haut-Rhin y Bas-Rhin, ciertas fechas están completamente excluidas: «ni el primer y segundo día de Navidad ni, independientemente de la presencia de un templo protestante o una iglesia mixta en los municipios, el Viernes Santo». .
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La jornada solidaria no es remunerada. Sin embargo, esto cae dentro del límite de 7 horas de trabajo por día (3,5 horas para los trabajadores a tiempo parcial). Más allá de eso, las horas extras se pagan normalmente.
Para los empleados que no cobran mensualmente, la situación es diferente. Ellos, como los demás, tendrán que trabajar un día extra, pero se les pagará normalmente por ese día. No obstante, si la fecha de la jornada solidaria cae en un día festivo anterior no laborable, “no será de aplicación cualquier posible aumento de salario (o descanso compensatorio) previsto por convenio o convenio colectivo para el trabajo en días festivos”, dice la Ministerio de Trabajo.
Como este día no se paga, gana el empleador. A cambio, este último debe pagar el 0,3% de la nómina de su empresa al Fondo Nacional de Solidaridad para la Autonomía: se trata de la contribución solidaria de autonomía (CSA).
Desde 2013, los pensionados y las personas con discapacidad que pagan el impuesto sobre la renta también participan en la financiación de los cuidados de larga duración. Aportan el 0,3% de sus pensiones mediante el pago del aporte adicional de economía solidaria (CASA).
Finalmente, los ingresos de CSA y CASA son administrados por el Fondo Nacional de Solidaridad para la Autonomía (CNSA). “En 2023, los ingresos de la jornada solidaria deberían ascender a 3.200 millones de euros”, según la CNSA.
De todo el dinero recaudado gracias a la jornada solidaria, una parte importante se destina a personas mayores y personas con discapacidad.
En cuanto a los apoyos a los adultos mayores, parte de los ingresos de este día trabajado pero no pagado cae directamente en manos de los consejos departamentales, que son los encargados de pagar el Abono de Autonomía Personalizada (Apa). Otra parte se destina a establecimientos y servicios médico-sociales abiertos al público.
En cuanto a la invalidez, los departamentos también recuperan gran parte del dinero, que se utiliza para financiar el beneficio de compensación por invalidez (PCH) y las casas departamentales para personas con discapacidad (MDPH). El resto se envía directamente a establecimientos que acogen a personas con discapacidad.
Una parte menor de los 3.000 millones de euros recaudados con motivo de la jornada solidaria permite financiar la Apa en casa, el acompañamiento de cuidadores, las acciones de prevención de la pérdida de autonomía, o incluso la rehabilitación de viviendas residenciales.
Este artículo se escribió originalmente el 20 de mayo de 2018 y se actualizó el 29 de mayo de 2023.