Una delegación del gobierno birmano llegó a Bangladesh este jueves 25 de mayo como parte de un proyecto piloto para repatriar a mil rohingyas, actualmente refugiados en campamentos de Bangladesh, en su región de origen en Birmania.
Bangladesh alberga a alrededor de un millón de rohingyas, incluidos unos 750.000 que huyeron de una campaña de represión del ejército birmano en 2017, que es objeto de una investigación por “actos de genocidio” ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).
La delegación de 14 funcionarios birmanos, todos vestidos de civil, llegó en barco a la ciudad fronteriza de Teknaf en Bangladesh el jueves por la mañana y no hizo ningún comentario a la prensa, dijo un periodista de la AFP en el lugar. Shams ud Douza, comisionado adjunto de refugiados de Bangladesh, dijo a la AFP que los delegados se reunirán con los rohingya que serán repatriados y calificó la visita como una «medida de fomento de la confianza». Birmania y Bangladesh planean repatriar a unos 1.100 rohingya al estado de Rakhine, su región de origen, devastado por la violencia, a pesar de las fuertes reservas expresadas entre los refugiados. Según ellos, no se ha dado respuesta a sus preguntas sobre su seguridad o el reconocimiento de su derecho a la ciudadanía en Birmania.
Aunque asentados en Birmania durante generaciones, la mayoría de los miembros de esta minoría musulmana son apátridas y no tienen acceso a la salud ni a la educación en este país predominantemente budista, que el ejército gobierna desde el golpe de Estado 1 de febrero de 2021. Veinte rohingya visitaron dos reasentamientos campamentos este mes en Rakhine, donde la junta de Myanmar planea alojarlos en tierras que, según los expertos, pertenecieron a los rohingya durante generaciones antes de ser confiscadas. «No tenemos un representante permanente en este proceso de repatriación», dijo a la AFP Khin Maung, un líder rohinyá. “Este proceso de repatriación es solo humo y espejos. Como no han garantizado nuestra dignidad, no hay razón para regresar a los campamentos de desplazados internos”, agregó.
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Un hombre rohingya, cuya repatriación está prevista en el marco del proyecto piloto, dijo a la AFP, bajo condición de anonimato, que no quería volver a Birmania «como apátrida en campos para desplazados internos». “Se nos debe devolver nuestro lugar, se debe garantizar legalmente nuestro derecho a vivir como otras etnias. De lo contrario, no podemos creer a los matarifes”, agregó. “¿Qué haremos en los campos de desplazados?”, preguntó Semon Ara, un refugiado de 53 años, “somos ciudadanos de Birmania, no invitados. Birmania debería restaurar nuestros derechos y repatriarnos”.