Le Figaro Niza

Es lo mismo todos los años. Durante quince días, la Croisette se convierte en un gigantesco hormiguero al aire libre con motivo del Festival de Cine de Cannes, el mayor encuentro internacional dedicado al cine. La ciudad multiplica por tres su población, acogiendo a unos 80.000 asistentes al festival. Para unirse al evento, muchos transitan por el aeropuerto de Niza Côte d’Azur. Suficiente para hacer negocios con taxis, conductores privados y otras VTC. Si bien la mayoría de estos últimos son locales, muchos de ellos vienen especialmente de la región de Lyon, Marsella e incluso de territorios más lejanos con el objetivo de encadenar carreras.

A partir de entonces, la competencia es feroz y todos los medios son buenos, incluso los ilegales, para atraer clientes. Prácticas que la Policía Aeroportuaria de Fronteras (PAF) realiza un seguimiento durante las operaciones diarias de control de VTC, de día y de noche. La última tuvo lugar en la mañana de este miércoles, en coordinación con agentes de la Dirección Regional de Medio Ambiente, Urbanismo y Vivienda (DREAL). “Para nosotros, se trata primero de controlar el estado administrativo de los conductores y todos los papeles reglamentarios. A saber, la tarjeta profesional, el seguro, tanto del vehículo como de responsabilidad civil, y luego también la antigüedad del vehículo, que no debe superar los seis años, o el nivel de tintado de los cristales del vehículo”, explica el comisario Anis. Ouehjani, jefe de la PAF del aeropuerto.

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Pero esta no es la más importante de estas operaciones. Para los policías, que actúan la mayor parte del tiempo de paisano, se trata de luchar contra una práctica que tiene garra dura: el merodeo electrónico. “Cuando un conductor que trabaja con una aplicación deja a un cliente, se supone que debe regresar inmediatamente a su base antes de recoger al siguiente cliente. Sin embargo, algunos aparcan muy cerca del aeropuerto o circulan en el vacío poniéndose a disposición en la aplicación correspondiente. Es una competencia desleal para los taxis, que son los únicos que tienen el monopolio del merodeo». Una infracción de quinta categoría que incurre en una multa de 1500 euros.

En plena madrugada, uno de estos delincuentes fue sorprendido merodeando, a unas decenas de metros del aeropuerto, cerca de la terminal 1. Este ex maquinista de trenes, conductor de VTC durante ocho meses, esperaba aparcado a bordo de su furgoneta Mercedes. cuando la policía lo sorprendió. “No sabía que no estaba permitido”, dice detrás de estas gafas de aviador con lentes ahumados. “Gasto 5500 euros en gastos cada mes por mi actividad. Y mi vehículo me costó 80.000 euros”, intenta justificar. Por esta vez, el joven de 31 años se sale con la suya con una simple llamada al orden.

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La PAF del aeropuerto también ataca a los trabajadores ocultos. “Individuos que utilizan sus vehículos personales para jugar a los taxis clandestinos”, descifra el comisario Ouehjani. Juegan con una forma de confusión, especialmente con los turistas extranjeros que escuchan «taxi» y piensan que es legal. El oficial reconoce, sin embargo, que esta práctica sigue siendo bastante rara en Niza: «se encuentra más en las plataformas de Orly y Roissy». Finalmente, sucede que algunos conductores toman prestada la tarjeta profesional de otro para intentar aprovechar al máximo la actividad. “Mientras uno descansa, el otro trabaja”, continúa el comisario. Otra práctica contra la que luchan con ardor los agentes de la PAF.

Si estas operaciones “flash”, que a veces solo duran una o dos horas, son una forma de presionar a los conductores de VTC, para el comisario Ouehjani, no se trata de “estigmatizarlos”. “También revisamos regularmente los taxis, que deben, por ejemplo, pagar una tarifa anual en el aeropuerto para acceder al sitio. La gran mayoría de las VTC hacen bien su trabajo, pero algunas son desviadas a las que hay que llamar al orden”, insiste. La presión es aún más importante estos días, con la llegada este fin de semana de otro evento internacional: el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco.