El 1 de mayo, un Cessna 206 despegó de la micropista de tierra en el pueblo de Puerto Sábalo, cerca del pueblo de Araracuara en el estado de Amazonas. Muy pocos pilotos se aventuran en esta peligrosa pista ubicada en medio de la selva amazónica al sur de Colombia. El avión, que tiene seis plazas, ya sufrió una avería en 2021. Una rápida reparación permitió que el aparato volviera a despegar, pero esta reparación no se hizo según las normas vigentes. Pertenece a una de las 40 empresas de aerotaxis que recorren Colombia. Estos enlaces aéreos son muy útiles porque solo se puede acceder a muchos pueblos en canoa. El déficit de infraestructura es un mal recurrente del país.

A las 7:30 am, el piloto emitió una alerta: su motor mostraba signos de debilidad. Se encontraba entonces a 175 kilómetros de su destino: San José de Guaviare. Entonces nada. La zona es de tan difícil acceso que el ejército tardó hasta el martes 16 de mayo en encontrar los restos de la aeronave a pesar del centenar de hombres y tres helicópteros movilizados. En el cadáver, con la nariz plantada en el suelo, tres cadáveres: el piloto Hernando Marcia Morales, su copiloto, el líder indígena Herman Mendoza y Mucutuy Valencia. Sorpresa: mientras Mucutuy salía de Puerto Sábalo con sus cuatro hijos, miembros de las Fuerzas Armadas no encontraron sus cuerpos. Ellos son Lesly de 13 años, Soleiny de 9 años, Tien Noriel de 4 años y Cristin de 11 meses. Mejor: descubren una choza de ramas y frutos mordidos por pequeñas mandíbulas. Esta zona de bosque es muy densa y considerada muy peligrosa; ningún camino lo cruza y la altura de los árboles que pueden alcanzar los 40 metros de altura hace que su sobrevuelo sea ineficiente.

Desde entonces, toda Colombia ha estado esperando noticias de los niños. Un helicóptero sobrevuela el bosque, transmitiendo la voz de la abuela de los niños a través de un altavoz. Y el miércoles, el presidente Gustavo Petro tuiteó: “Después de arduas búsquedas de nuestras fuerzas armadas, hemos encontrado con vida a los cuatro niños desaparecidos en el accidente aéreo en el Guaviare. Es una gran alegría para el país”. Silencio bochornoso por parte de las Fuerzas Armadas… y finalmente, una negación. De hecho, fue la organización encargada de la protección de la niñez, el ICBF, la que informó al presidente que los niños habían sido vistos con vida. Según Astrid Cáceres, directora del ICBF, “hemos recibido información que asegura que se ha dado contacto con los niños. Esta información decía que habían sido vistos con vida y en buen estado de salud… Sin embargo, las Fuerzas Armadas aún no han podido establecer contacto debido a las difíciles condiciones climáticas. Preparamos a nuestros equipos e informamos al gobierno. El nivel de precisión que hemos recibido nos da mucha esperanza y estamos esperando el contacto, pero la comunicación satelital se ha cortado y no podemos retomar el contacto con el grupo que dijo estar en contacto con los niños. »

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Según un testimonio, los niños habrían iniciado el descenso de la canoa del río pero una violenta tormenta los habría obligado a interrumpir su recorrido. La zona ha sufrido violentos temporales en los últimos días que imposibilitan el tránsito por el río. Según otra fuente, estarían alojados en una comunidad indígena que no puede comunicarse con el exterior por las condiciones climáticas.

El padre de los niños, Manuel Ranoque, es gobernador del Resguardo Indígena Araracuara. Tuvo que huir precipitadamente de la región hace unas semanas porque fue amenazado por un grupo disidente de la guerrilla de las Farc. Según los informes, envió el dinero a su familia para que se reuniera con él en Bogotá. Pertenecen a la etnia uitoto. La elección de la vía aérea se hizo porque al parecer su familia también estaba amenazada y había urgencia. A Manuel Ranoque no le sorprende que estos niños hayan podido sobrevivir dos semanas en el bosque: “Me he enfrentado a este tipo de historias varias veces. Mi hermana, que es sorda, estuvo un mes perdida en el bosque y la encontré. Entonces creo que los esfuerzos (para encontrar a mis hijos) no serán en vano. »

Según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), los uitoto “viven en armonía” en la selva. Mantienen y transmiten tradiciones como la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres». El abuelo de los niños, Fidenuo Valencia, también tranquiliza: “Están acostumbrados a la selva”. El viernes 19 de mayo la directora del ICBF, Astrid Cáceres acudió a San José de Guaviare para supervisar los operativos.