Cuando se lanzó hace casi 25 años, Coachella era ante todo una oda al rock’n’roll, con estrellas masculinas y blancas. Pero con su edición de 2023, el festival estadounidense celebra la música más diversa e internacional que nunca. Puerto Rico, Corea del Sur, España, Bélgica e incluso Pakistán: la mitad de los artistas invitados a Indio, en el desierto de California, provienen de otros países además de Estados Unidos.

Un programa que traiciona el fin de la hegemonía musical estadounidense, ya que el streaming y las redes sociales sacan a la luz artistas capaces de conquistar a una audiencia global en todo el planeta.

Este año, es el puertorriqueño Bad Bunny quien ocupa lo más alto del cartel de Coachella. El maestro del reguetón abrió el festival el viernes con una actuación sobrealimentada, que rindió homenaje a sus influencias caribeñas. Algunas estrellas obviamente disfrutan del éxito internacional de su música. Como la cantante española Rosalía, un coche híbrido que se hizo un nombre mezclando pop y flamenco. “Vengo de Barcelona, ​​por eso estar en este escenario es tan especial para mí”, dijo el sábado a sus emocionados fanáticos. “Es gracias a ti que estoy aquí”.

Esa misma noche, el grupo de K-pop BLACKPINK atrajo a una de las mayores multitudes del fin de semana. Decenas de miles de asistentes al festival se apresuraron a asistir a su espectáculo de fuego, puntuado por proyectores operados por drones y fuegos artificiales. «La demanda pública constante de K-pop… es clara incluso para las personas que observan los resultados financieros mucho más que las tendencias», dijo CedarBough Saeji, profesor especializado en Asia oriental y K-pop en la Universidad de Washington. «Estados Unidos (…) es un creador de tendencias muy, muy importante, pero los flujos culturales globales han cambiado», dijo a la AFP.

En Coachella, la islandesa Bjork o el nigeriano Burna Boy tienen este año el honor de estar en el escenario principal. El indio Diljit Dosanjh y el pakistaní Ali Sethi, están en escenarios secundarios, pero atraen a grandes multitudes con sus conciertos llenos de energía. Para «los que venimos de otros lugares, de otras tradiciones, (…) el hecho de que Coachella nos acoja y nos reciba aquí, es un nuevo viaje», confiesa a la AFP Ali Sethi, cuya canción Pasoori tiene más de 500 millones visualizaciones en YouTube.

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Internet ha reorganizado por completo las cartas de la industria de la música, dice la Sra. Saeji. “El público global ahora es mucho más consciente de los artistas de países que no están acostumbrados a ejercer la hegemonía cultural”, observa el experto. Si la industria americana sigue pesando, “finalmente nos encontraremos en una situación en la que la música que aparezca en las listas de éxitos provendrá permanentemente de varios idiomas”, pronostica.

Para convencerse de ello, basta examinar en detalle la programación de Coachella, en la que destacan la cantante francesa Christine and the Queens, la sensación del pop belga Angele y el grupo de ska argentino Los Fabulosos Cadillacs. La palestina-chilena Elyanna ha entrado en la historia del festival, convirtiéndose en la primera artista en realizar un concierto íntegramente en árabe. «La música es música», dice el DJ turco Omer Mesci, conocido por su nombre artístico Minus the Light, diciendo que está inspirado por la diversidad del festival. «Esa es la belleza de esto, es tan colorido».