Le Figaro Nantes
Está debilitada pero goza de «buena salud». El lunes, equipos del Océarium du Croisic (Loire-Atlantique) recuperaron una tortuga boba joven de la playa de Castouillet después de recibir una alerta de los caminantes. “Ya la habían visto el domingo al borde del agua. Encalló unos metros más allá”, cuenta Sébastien Voilet, responsable del acuario dentro del establecimiento que, desde 1992, presenta al público la fauna y la flora de los océanos.
Tras unos cuidados en la playa (limpieza de ojos e hidratación de su caparazón), el animal fue trasladado al acuario. Desde entonces descansa allí: “Se está calentando poco a poco. Se coloca en un pequeño contenedor adaptado en un ambiente tranquilo. El animal mide «unos treinta centímetros», según la especialista.
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La tortuga marina no se quedará mucho tiempo en Loire-Atlantique. El jueves asumirá la dirección del Centro de Estudios y Cuidados de las Tortugas Marinas en La Rochelle (Charente-Maritime). “Es un instituto especializado que está acostumbrado a este tipo de situaciones. Si a la tortuga le va bien, es posible que sea reintroducida en su entorno natural en el futuro”, explica Sébastien Voilet.
El animal es una tortuga boba, una especie en peligro de extinción, que vive en los océanos (Pacífico, Atlántico, Índico) pero también se encuentra en el Mediterráneo. Este tipo de varamientos de esta especie “no son raros ni frecuentes”, subraya el acuariologo: “Puede ocurrir tras el periodo invernal o con mal tiempo. Esto se refiere especialmente a las tortugas juveniles”.
El cuidado por sus equipos rondaría los tres años. Las tortugas bobas pueden vivir hasta más de sesenta años en la naturaleza: “Las vemos todos los años. En verano, está presente frente a la costa atlántica y luego vuelve a salir en invierno.