Después de la movilización, luego del endurecimiento, llega la hora de la ruptura. Preocupados porque el Gobierno intenta pasar página en materia de pensiones, ahora que se ha promulgado el texto, los sindicatos rechazan la mano tendida de Emmanuel Macron, que les ofreció una reunión este martes. «No es alegre. La razón de ser de los representantes de los trabajadores es estar en el intercambio, subraya Sophie Binet, la nueva secretaria general de la CGT, pero es la única manera de hacer entrar a razón al ejecutivo.

Durante tres meses, la intersindical ha usado todas las armas a su alcance, sin lograr nunca el objetivo: hacer retroceder al gobierno de 64 años. Inicialmente, las grandes jornadas de movilización consiguieron poner en la calle a millones de franceses, pero sin ganar más que unas medidas sobre penurias o largas carreras, juzgadas insuficientes. Las huelgas generales fueron un rotundo fracaso. Preparada durante largas semanas, la jornada “Francia paralizada” del 7 de marzo solo dio lugar a algunas iniciativas esporádicas en los bastiones habituales (SNCF, EDF, etc.), muy, muy lejos de los objetivos previstos.

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Queda pues la negativa de la invitación del Jefe de Estado, para expresar el enfado del campo. Un sentimiento que rápidamente podría desbordarse y volverse incontrolable, advierten los representantes de los trabajadores. «El gobierno tiene toda la responsabilidad», se entusiasma Thomas Vacheron, miembro de la dirección de la CGT. Pero el sindicato no admite la derrota. Si el primer RIP ha sido rechazado, todavía se está considerando un segundo. Se espera que el Consejo Constitucional se pronuncie el 3 de mayo.

Antes, las trece organizaciones de trabajadores y estudiantes se reúnen para un Primero de Mayo «histórico». «Queremos romper la casa en términos de manifestantes», dijo el domingo a Le Parisien Laurent Berger, secretario general de la CFDT. También está la etapa de aplicación de la ley. “Sobre los decretos, la implementación concreta de las medidas, no vamos a soltar al gobierno. Lucharemos hasta el final”, prometió Laurent Berger.

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Por su parte, Elisabeth Borne quiere acelerar en varios temas como «el valor del trabajo» o «la emancipación de las personas». En aras del apaciguamiento, advirtió que contaba con los interlocutores sociales para avanzar. Pero entre los interesados, la propuesta lucha por dar en el blanco. «¿De qué sirve ir a discutir, todas nuestras propuestas sobre salarios, bonos, ya las hemos dado en discusiones anteriores», barre Frédéric Souillot, líder de Force Ouvrière. Incluso la CFDT prefiere templar. “Hay un retraso de la decencia”, lanza su secretario general, quien advierte que no se iría sin “garantía sobre el método” y “sobre los temas abordados”.