En las carreteras, algunos agricultores amenazan con conducir hacia Bruselas, la encarnación, a sus ojos, de una burocracia entrometida. Emmanuel Macron debía aterrizar en la capital belga el miércoles por la tarde, en vísperas de un Consejo Europeo extraordinario. El Jefe de Estado partió de Suecia, donde realizaba una visita de Estado de dos días, tras otro viaje a la India la semana pasada.

Absorbido por esta agenda internacional, Emmanuel Macron ha seguido hasta ahora el descontento en el campo desde lejos, dejando a Gabriel Attal en primera línea. Esta vez, el propio presidente entra en la arena europea, crucial en cuestiones agrícolas. Tiene previsto reunirse este jueves con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Con especial atención al tema candente del tratado Mercosur, que los criadores temen que abra las puertas de Europa a la carne sudamericana.

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En los últimos días, París ha aumentado la presión sobre este acuerdo que se está negociando entre la Comisión y cuatro países latinoamericanos. El fin de semana pasado, Emmanuel Macron intercambió mensajes de texto con Ursula von der Leyen. En el proceso, su entorno aseguró que las negociaciones quedaron interrumpidas.

Falso, se apresuró a replicar Bruselas: las discusiones continúan, incluso si “no se cumplen las condiciones” para un acuerdo, afirmó el martes un portavoz. La Comisión von der Leyen, que siempre ha seguido una agenda pro libre comercio, considera que debe llevar las discusiones a su fin, porque ha recibido un mandato de los Estados miembros. “Es la Comisión y sólo la Comisión la que se hace cargo de las negociaciones”, insistió la institución. Corresponde entonces a los Estados ratificar o no el acuerdo celebrado.

Por tanto, el intento de evitar el Elíseo fue moderadamente apreciado en los círculos bruselenses. Sobre todo porque muchos países, incluidos Alemania y España, están a favor del tratado. Pero, en París, suponemos una oposición que repetirá el martes Emmanuel Macron, alegando “normas que no son homogéneas a las nuestras”. Es un “enfrentamiento”, afirmó el miércoles en Europa 1 el Ministro de Economía, Bruno Le Maire, mostrando sus músculos: “Cuando Francia quiere algo en Europa, tiene suficiente peso para imponerlo”.

En el entorno presidencial se dice que el verdadero objetivo, al exigir cláusulas medioambientales, es posponer las discusiones indefinidamente. Después de todo, la negociación del acuerdo Mercosur se lleva a cabo desde 1999… París también cuenta con la proximidad de las elecciones europeas de junio y la renovación de posiciones clave de la UE.

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“Von der Leyen tiene un papel central, pero sabe a quién le debe su puesto”, susurra un diputado macronista familiarizado con los asuntos europeos. En 2019, el exministro de Angela Merkel fue ascendido a jefe de la Comisión tras un acuerdo entre el presidente francés y la canciller. Candidata no oficial a su propia sucesión este año, camina sobre cáscaras de huevo entre las demandas contradictorias de París y Berlín.

Mientras tanto, el entorno de Emmanuel Macron no hará ningún anuncio decisivo durante esta cumbre europea, dedicada principalmente a la ayuda a Ucrania. Y prefiere presentar como victorias francesas las dos medidas puestas sobre la mesa el miércoles por la Comisión para responder al descontento de los agricultores: una “exención parcial” de la obligación de barbecho prevista por la PAC y un mecanismo destinado a regular las importaciones de productos ucranianos. Productos agrícolas. “La Comisión respondió a las peticiones de Francia, que habían sido ampliamente apoyadas por otros Estados miembros”, afirmó el Elíseo. El mundo agrícola está pidiendo menos estándares, pero en esta etapa la UE sólo parece lista para ajustes temporales.