Con la llegada del teletrabajo desde la crisis de Covid, el uso de herramientas de monitoreo remoto de empleados parece haberse vuelto común. Esto es en todo caso lo que muestra un estudio de la empresa Software Advice, publicado la semana pasada. De hecho, casi uno de cada dos encuestados (46%) -entre los que se encuentran empleados y directivos, en total 896 profesionales- da fe de la existencia de este tipo de herramienta en su empresa.

El efecto Covid es evidente. De este 46%, más de la mitad (26%) dice que estas herramientas se pusieron en marcha después de las restricciones vinculadas a la crisis sanitaria. Además, mientras el 43% de los profesionales encuestados dice no observar vigilancia digital dentro de su empresa, el 12% admite ignorarla.

Como nos recuerda el estudio de la consultora especializada en software, las empresas tienen todo el derecho a controlar la actividad de sus empleados cuando están teletrabajando. Pero siempre que “esto no afecte a los derechos y libertades de los empleados y respetando determinadas normas”, recuerda la Comisión Nacional de Informática y Libertades (CNIL), que en mayo de 2022 alertó de un aumento de los casos de abuso de control.

En particular, los sistemas que se pongan en marcha deberán ser «proporcionados al objetivo perseguido», y el empresario deberá «informar a todos los trabajadores, con carácter previo a su puesta en marcha, de los sistemas de control de su actividad», especifica la autoridad independiente en un cuestionario de preguntas frecuentes. sobre teletrabajo publicado en su sitio en 2021. Una obligación no siempre respetada, según la encuesta de Software Advice: el 62% de los encuestados monitoreados indica que ha sido informado de sus derechos por sus gerentes o departamento de recursos humanos, pero el 31% afirma haber no recibió información, cuando el 7% no sabe contestar.

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En la mayoría de los casos, este control remoto se concreta en el seguimiento de los tiempos de conexión y desconexión, así como de los períodos de actividad e inactividad (28 %), el seguimiento de la gestión de la carga de trabajo (28 %) -listas de tareas, calendario, indicadores de rendimiento- y gestionar el tiempo dedicado a cada tarea o proyecto (23%).

En cuanto a la recepción de este seguimiento por parte de los activos, parece mixta. De hecho, el estudio señala que la mayoría de los encuestados se sienten «cómodos» con la mayoría de las prácticas de vigilancia (gestión de la carga de trabajo, presencia, comunicación digital, gestión del tiempo, etc.). La ventaja más citada por los profesionales es la más fácil teniendo en cuenta las horas trabajadas o las horas extras (36%).

Sin embargo, «el 48% de los empleados encuestados afirman de manera inequívoca que saber que están siendo vigilados daña o dañaría su moral», señala el estudio. Los principales puntos de preocupación son los impactos negativos en la confianza (41 %), la falta de respeto por la privacidad (40 %) y el aumento del estrés (37 %). Al final, «si se les diera a elegir, el 55% de los empleados encuestados ya no desearía ser monitoreado, mientras que el 30% no lo encontraría inconveniente», indica la encuesta.

Para los gerentes y gerentes, la mejora en la productividad de los empleados que se espera a través del monitoreo parece una ilusión. Casi seis de cada diez empleados (59%) cree que esto no tiene ningún impacto en su motivación en el trabajo. Son casi una cuarta parte (22%) admitir que incluso les anima a trabajar menos. Además, el 35% dice estar desmotivado en el trabajo a causa de este control.