El Papa Francisco, de 86 años, fue hospitalizado el miércoles 29 de marzo en Roma para los exámenes programados, anunció el Vaticano, en medio de preguntas recurrentes sobre la salud del jefe de la Iglesia Católica. “El Santo Padre ha estado en (el hospital) Gemelli desde esta tarde para controles previamente programados”, dijo en un comunicado el director del servicio de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, sin dar más detalles.
El jesuita argentino, que cumplió diez años de pontificado a mediados de marzo, participó por la mañana en la audiencia general semanal en la plaza de San Pedro como todos los miércoles, durante la cual apareció sonriente saludando a los fieles a bordo de su “papamóvil”. François, que está en silla de ruedas desde mayo de 2022 debido a un dolor crónico de rodilla, ya llevaba diez días hospitalizado en el Hospital Gemelli en julio de 2021 para una operación de colon mayor.
Jorge Bergoglio explicó que tuvo «secuelas» de la anestesia sufrida durante esta intervención, lo que lo llevó a descartar hasta el momento la posibilidad de una cirugía de rodilla. Su dolor de rodilla, que le llevó notablemente a cancelar varias citas en 2022 y posponer un viaje a África, está en el centro de las especulaciones sobre una posible dimisión.
Siempre dejó la puerta abierta a este escenario, como su antecesor Benedicto XVI, que había dimitido tomando por sorpresa al mundo entero. En julio, François había confiado que ya no podía «viajar» al mismo ritmo que antes, incluso mencionando la posibilidad de «hacerse a un lado». Pero en febrero, sin embargo, consideró que la renuncia a un Papa “no debería convertirse en una moda”, asegurando que esta perspectiva “no estaba en su agenda por el momento”.
Los cuidadores le siguen de forma permanente, tanto en el Vaticano como durante sus viajes al extranjero, pero sus recientes problemas de salud le han llevado a crear oficialmente una nueva función, la de «asistente personal sanitario» para la que ha designado a una enfermera de Gemelli. A la edad de 21 años, Francis casi muere de pleuresía, según su biógrafo Austen Ivereigh, y parte de uno de sus pulmones tuvo que ser extirpado en octubre de 1957.
En un libro publicado recientemente, recordó este episodio: “Entiendo cómo se pueden sentir las personas con coronavirus que tienen que luchar para respirar a través de respiradores artificiales”. También habló sobre la cirugía para extirpar quistes de su pulmón derecho en una entrevista con el reconocido periodista y médico argentino Nelson Castro, y señaló que se había «recuperado por completo» y «nunca se había sentido limitado desde entonces».
Cuando era arzobispo de Buenos Aires, fue tratado por un acupuntor chino por su dolor de espalda, escribió también su biógrafo en mayo en las columnas de La Tablilla Católica. También sufría de “cálculos en la vesícula biliar” y en 2004 tuvo un problema cardíaco “temporal” debido a un ligero estrechamiento de una arteria, según cuenta su biógrafo. Además, sus problemas hepáticos se pudieron solucionar gracias a un cambio en su alimentación.