En Bruselas

Envases de champú con un 30 % de plástico reciclado, protector solar respetuoso con el océano, camisetas neutras en carbono o plátanos. Ya no sólo será necesario proclamarlo, sino también demostrarlo, con datos científicos que lo respalden.

Después de abordar las afirmaciones ambientales “vagas y genéricas” a principios de 2022 (producto verde, eco-responsable, etc.) y decidir tomar medidas enérgicas contra las prácticas comerciales desleales, la Comisión Europea quiere frenar la proliferación de etiquetas ambientales. No menos de 232 existen hoy en día en la UE. Textiles, energía, cosmética, alimentación… El 53 % de las 250 alegaciones «verdes» examinadas por la Comisión en 2020 eran engañosas o infundadas. En algunos casos, la proporción de plástico procedente de botellas recicladas anunciada, por ejemplo, para camisetas no superaba el 1 %. El miércoles, los comisarios de Medio Ambiente y Consumidores, Virginijus Sinkevicius y Didier Reynders, pusieron sobre la mesa una directiva especialmente esperada por las organizaciones de consumidores.

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Con la excepción de las microempresas y muy pequeñas con menos de 10 empleados o con una facturación de menos de 2 millones de euros y las PYME que pueden ser apoyadas a nivel nacional, todas las empresas europeas que deseen hacer marketing verde deberán justificarlo en base a reconocidos Datos científicos. La metodología utilizada, que no será exclusivamente la denominada PEF (Product Environmental Footprint), que mide la huella ambiental integral de los productos, deberá tener en cuenta todo el ciclo de vida, desde la extracción hasta la disposición de los materiales, pasando por el reciclaje. Será obligatoria una etiqueta o un Código QR, que dirija al consumidor a un sitio web donde la empresa haya publicado los datos utilizados.

Sobre las afirmaciones de neutralidad de carbono, estas mismas empresas, al igual que las de terceros países, también tendrán que distinguir entre sus propios esfuerzos para reducir las emisiones y el uso de sistemas de compensación, como la plantación de árboles. Corresponde a los Estados miembros garantizar el control previo de estas denuncias y sancionar económicamente a los malos jugadores. Y, frente a la gran cantidad de etiquetas existentes, la mayoría de las veces dudosas, no se autorizarán más etiquetas públicas, a menos que estén supervisadas a nivel de la UE, y la Comisión invita a todos a usar su etiqueta ecológica de la UE.

Para la Oficina Europea de Consumidores, esta gran limpieza es obviamente una buena noticia, explica Dimitri Vergne, que acoge con satisfacción todo un “nuevo enfoque que intervenga aguas arriba” y no solo, como hace el texto de 2022, cuando ya se ha comunicado la información falsa. “Estamos atacando el origen del problema y el carácter sistémico del ‘greenwashing’”, observa el investigador.

Para hacer que estas empresas sean verdaderamente más virtuosas, la Comisión también impuso nuevas obligaciones a los vendedores y fabricantes europeos el miércoles para reparar los productos defectuosos y dejar de reemplazarlos automáticamente. Cada año se producen en la UE 35 millones de toneladas de residuos por falta de reparación.

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Los consumidores tendrán derecho a la reparación de cinco a diez años después de su compra y el costo recaerá en el fabricante. Se les proporcionarán otras herramientas, como plataformas en línea, para revender productos defectuosos a los restauradores. Se trata de frigoríficos, lavavajillas, lavadoras, aspiradoras. Pronto llegarán los teléfonos móviles y las tabletas.