El primer ministro húngaro, Viktor Orban, invitó este martes a su homólogo sueco a Budapest para intentar eliminar los últimos obstáculos a la entrada del país nórdico en la OTAN, que se prepara para recibir el visto bueno de Turquía. El parlamento turco ha comenzado a examinar el protocolo de adhesión antes de una votación crucial prevista para la tarde, al final de veinte meses de negociaciones entre Ankara y Estocolmo. Por lo tanto, Hungría sigue siendo ahora el único que se resiste.

Desde hace meses, Orban exige «respeto» a Estocolmo, cuya política de «denigración» y sus habituales comentarios sobre la deriva autoritaria del país centroeuropeo denuncia. A falta de una señal por su parte y bajo la presión de sus socios de la OTAN, el líder nacionalista tomó la iniciativa. «Hoy envié una carta al Primer Ministro Ulf Kristersson invitándolo a Hungría para discutir la entrada de Suecia en la Alianza Atlántica», escribió en X (antes Twitter). En su carta consultada por la AFP, evoca la necesidad de «construir una confianza mutua sólida» mediante un «diálogo político más intenso».

La respuesta llegó unas horas después. “No veo ninguna razón para negociar hoy”, respondió a la prensa el ministro sueco de Asuntos Exteriores. «En la cumbre de Madrid del año pasado, Hungría (…) concedió sin reservas a Suecia el estatus de invitado» con vistas a ingresar en la OTAN, subrayó Tobias Billström. Por otro lado, dijo estar dispuesto a «discusiones», destacando «los numerosos puntos comunes» y la «cooperación militar» entre los dos países.

“Además, pronto formaremos un concepto más amplio al convertirnos en aliados (dentro) de la OTAN. Podemos hablar, estado a estado, sobre lo que eso significará”, añadió, sin responder en este momento a la invitación dirigida al Primer Ministro.

Suecia anunció en mayo de 2022, tras la invasión rusa de Ucrania, su candidatura a la OTAN, al mismo tiempo que Finlandia, que se convirtió en abril en el 31º miembro de la organización. Hungría ciertamente ha dado su apoyo en principio, pero lleva meses dando largas.

Algunos expertos lo vieron como una estrategia de chantaje de Viktor Orban para obtener concesiones de la UE, otros como una señal de su proximidad al presidente ruso Vladimir Putin y al jefe de Estado turco Recep Tayyip Erdogan. El líder nacionalista había prometido no ser el último líder en dar su aprobación pero, al esperar demasiado, fue precedido por el Parlamento turco.