Japón firmó formalmente el jueves 18 de enero su contrato para la adquisición de 400 misiles de crucero estadounidenses Tomahawk, una de las medidas emblemáticas del drástico aumento de sus capacidades de defensa que el país pretende adaptar a las crecientes tensiones geopolíticas en Asia Pacífico.

Esta venta fue aprobada por Washington en noviembre pasado, por un monto máximo de 2.350 millones de dólares. El contrato firmado el jueves tiene un valor de 1.800 millones de dólares para los misiles y el equipo asociado.

La entrega de estos misiles debería comenzar en 2025-2026, dijo el jueves a la prensa un funcionario del Ministerio de Defensa japonés. Frente a las crecientes ambiciones regionales de China, la constante amenaza de Corea del Norte y su proximidad geográfica a Rusia, Japón planea aumentar su presupuesto de defensa al 2% del PIB para 2027, mientras que anteriormente limitaba su gasto militar a alrededor del 1% del PIB nacional.

En su nueva doctrina de seguridad nacional adoptada a finales de 2022, Japón introdujo un principio de “contraataque”, para darse la capacidad de atacar objetivos militares en países vecinos que presenten una amenaza directa, con fines de disuasión.

Este principio no es obvio para Japón, cuya Constitución pacifista vigente desde 1947 postula que renuncia “para siempre” a la guerra. Actualmente, el archipiélago japonés depende estrechamente de Estados Unidos y del paraguas nuclear estadounidense para garantizar su seguridad.

Por tanto, Tokio busca equiparse con misiles de mayor alcance que los que tiene actualmente. Se trata, en particular, de la adquisición de los Tomahawk estadounidenses (con un alcance de 1.600 km), pero también del desarrollo de nuevos misiles japoneses.