Después de dos horas de extrema tensión, palpable en sus ojos, la francesa número 1 y 19 del mundo perdió 6-4, 7-6 (7/2). Exactamente el resultado de su éxito en el primero contra Osaka, la ex número uno del mundo que acaba de regresar de su maternidad. “Es sólo una segunda ronda del Abierto de Australia, juego contra una chica con un ranking inferior al mío, ¿por qué me estoy poniendo en tal estado? En realidad no sé nada al respecto”, pregunta García, con lágrimas en los ojos y la voz temblorosa.

“Desde hace un tiempo es así y no puedo superarlo”, a pesar del trabajo de apoyo psicológico que realiza, continúa la lionesa de treinta años. “Y me devora. A veces me digo: ¿Pero por qué hago esto? En Melbourne hace un año, fue parada en octavos de final por otra polaca, Magda Linette. Desde entonces, no ha pasado de la tercera ronda de un Grand Slam. Cada vez, perdió ante oponentes peor clasificados que ella.

Durante su partido contra Frech – durante el cual lideró 4-1 en el primer set y dos veces anotó un quiebre en el segundo – “No podía ni respirar”, dijo García. “Cómo voy a encontrar la solución si no puedo ni respirar, la cosa más sencilla del mundo”, se pregunta. Incluso después de su éxito contra Osaka el lunes por la noche, García había pasado por un doloroso prepartido. “Me abrumó, tenía miedo de entrar al tribunal”, confiesa. Lloré mucho.»

“Los tiempos que paso en el campo pueden parecer excesivos, imagino, desde fuera”, coincide. Pero “si lográramos comprender las emociones y gestionarlas de la noche a la mañana, nadie en la Tierra estaría estresado…” “Las pausas son bastante cortas (en el tenis). Sabes por qué firmas. Y mi sueño de ganar un Grand Slam sigue ahí», sopesa García, admitiendo que «a veces pienso» en la idea de tomarme un descanso.