Los agricultores franceses continúan su movimiento de protesta. Y el fenómeno está adquiriendo gradualmente una escala nacional. Mientras varias autopistas siguen bloqueadas en los cuatro rincones del país, los productores amenazan con bloquear París con sus tractores si el gobierno no actúa rápidamente para calmar su ira. Al igual que Francia, los agricultores de muchos países europeos también están expresando su descontento. En los Países Bajos, Alemania, Rumania e incluso Polonia, precedieron a Francia.
Este enojo varía según el país, pero se refiere principalmente a los impuestos sobre el diésel, la reducción del uso de pesticidas o la limitación de las emisiones de nitrógeno o de gases de efecto invernadero… Christiane Lambert, presidenta del Comité de Organizaciones Profesionales del sector agrícola de la Unión Europea, habla de una “exasperación” global de los agricultores europeos, según la AFP. Tienen la sensación de que les «imponen» medidas demasiado drásticas, especialmente en el contexto de la transición ecológica, asegura el ex presidente de la FNSEA, el primer sindicato agrícola francés. Mientras la ira agrícola crece en toda Europa, Le Figaro hace un balance de las diferentes razones que empujan a los agricultores de diversas nacionalidades a blandir sus horcas en las calles.
Los agricultores holandeses fueron los primeros en expresar su enfado. Desde otoño de 2019, tras la propuesta radical de un diputado de centro izquierda de reducir a la mitad la ganadería. Esta protesta no ha cesado desde entonces. Incluso empeoró en junio de 2022, tras el anuncio del ministro de “Naturaleza y Nitrógeno” de reducir drásticamente –en un 70%– las emisiones de nitrógeno, recordó Christophe de Voogd, profesor asociado en Ciencias y autor de Historia de los Países Bajos. Desde los orígenes hasta la actualidad (Fayard, 2003), en nuestras columnas. Esta decisión del Estado holandés también sigue a la decisión del Tribunal Supremo de los Países Bajos del 20 de diciembre de 2019 que ordenó al gobierno reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 25% para 2020.
Desde hace varios meses, los holandeses bloquean las carreteras con sus tractores y protestan frente a las casas de los líderes políticos. Las banderas holandesas al revés se han convertido en el símbolo de su revuelta. Y este descontento también se refleja en las urnas. Un joven partido que reúne a agricultores, el “Movimiento Campesino-Ciudadano” (BBB), logró una fuerte entrada en el Senado en marzo de 2023. Finalmente obtuvo menos votos de los esperados en las elecciones generales de noviembre.
Desde mediados de enero, los operadores alemanes se manifiestan y amenazan con ampliar el movimiento. Se oponen al plan del Gobierno de Olaf Scholz de eliminar una ventaja fiscal sobre el diésel agrícola. Una medida calificada de “perjudicial para el clima” por el gobierno. Pero en realidad, este último busca “reducir sus gastos” para completar su presupuesto, contextualiza Alessandra Kirsch, directora de estudios del grupo de expertos Agriculture Stratégies. De hecho, Alemania debe ahorrar varios miles de millones en gastos presupuestarios para cumplir con una llamada al orden de los jueces constitucionales.
El 15 de enero, cerca de 5.000 tractores bloquearon las calles de Berlín y tocaron sus bocinas, informó la policía a la AFP. La propuesta de escalonar la reforma hasta 2026 no fue suficiente para calmar la ira de los agricultores alemanes. Ni siquiera la promesa de “simplificar” la profesión “reduciendo la burocracia”. Porque, como en Francia y en toda Europa, los operadores se enfrentan a una “sobrecarga administrativa”, explica Alessandra Kirsch. “Cada año deben completar una declaración, pero no está ya precargada como las declaraciones de impuestos. Les lleva días y les causa estrés porque las exigencias son muy altas. Y no les pagan más por todo eso”, continúa el especialista.
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En Rumanía, Polonia y otros países fronterizos con Ucrania, como Eslovaquia, Hungría y Bulgaria, los productores denuncian esencialmente una “competencia desleal”. Acusan a Ucrania de subcotizar el precio de los cereales. “Desde la invasión rusa, el trigo ucraniano ya no transita por el Mar Negro y ahora lo hace por tierra”, analiza Alessandra Kirsch. El trigo ucraniano, muy competitivo en términos de precios, está invadiendo así los silos de los países vecinos. Lo que obliga a los agricultores polacos y rumanos… a bajar sus precios”.
En Polonia, por ejemplo, las protestas obligaron al Ministro de Agricultura a dimitir en abril de 2023. Los operadores polacos comenzaron a bloquear los puntos de cruce con Ucrania en noviembre pasado. El bloqueo fue finalmente suspendido el 6 de enero tras un acuerdo con el gobierno que preveía subvenciones. En Rumanía, los agricultores se han manifestado desde principios de enero y no tienen intención de cejar en su presión sobre el gobierno.
Este movimiento europeo de protestas agrícolas es contagioso. Según Christiane Lambert, presidenta del Comité de Organizaciones Profesionales Agrícolas de la Unión Europea, “los sindicatos agrícolas italianos y españoles también hablan de manifestaciones”. ¿Sus razones? Los fenómenos climáticos extremos de los últimos años, particularmente la sequía. “Es posible que algunas zonas de estos países ya no sean cultivables”, advierte Alessandra Kirsch. Así, “el problema ahora radica en la gestión del agua, mientras que la agricultura en estos países depende principalmente del riego. Especialmente para la horticultura”, especifica el especialista. Sin embargo, es «difícil» imaginar un «nuevo modelo que ahorre lo más posible el agua», añade.
«Los agricultores europeos están generalmente hartos de las duras limitaciones a las que se enfrentan a diario, sin ningún aumento», explica Alessandra Kirsch. Más allá de la sobrecarga administrativa, los productores denuncian la reducción del presupuesto de la PAC, que «se ha recortado en 90.000 millones de euros en 20 años», recuerda el experto. «L’autorisation d’importations de produits traités avec des pesticides interdits en Europe, ou qui ne respectent pas le bien-être animal, comme l’entassement des bêtes, provoquent également l’incompréhension et la colère des agriculteurs», ajoute-t -ella.
En Francia, «no hubo ningún motivo para manifestaciones como las de los Países Bajos o Alemania, por ejemplo», pero «es una acumulación de presiones que lleva a los productores al límite», considera Alessandra Kirsch.
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Las políticas medioambientales llevadas a cabo por la Unión Europea también son un factor que alimenta la ira de los operadores desde hace varios años. El Pacto Verde, presentado en 2019, por tanto antes del Covid-19 y de la guerra en Ucrania, prevé una “reducción del impacto de la agricultura en el medio ambiente y pretende descarbonizar el sector”, recuerda el especialista en economía agrícola. Pero estas medidas, que pretenden, entre otras cosas, reducir el uso de pesticidas o el aumento de las tierras en barbecho, «conducen inevitablemente a una caída de la productividad agrícola». Por eso los agricultores las cuestionan y “piden no ser los únicos afectados por estas políticas”, destaca Alessandra Kirsch.