Le Figaro Marsella

Excavaciones concluyentes. El jueves pasado, dieciocho teléfonos móviles, once cargadores y seis baterías fueron incautados en la prisión de Baumettes de Marsella, así como en el centro de detención de Salon-de-Provence, durante una amplia operación llevada a cabo por las autoridades.

Como reveló La Provence y confirmó a Le Figaro el Ministerio de Justicia, estos registros condujeron a la incautación de numerosos dispositivos de comunicación distribuidos en una cincuentena de celdas en las dos prisiones. Catorce de los dieciocho teléfonos recuperados, así como numerosas tarjetas SIM, se encontraron entre las treinta celdas inspeccionadas en el centro de detención de Salon-de-Provence por personal policial y de la administración penitenciaria.

Según la Cancillería, estos registros coordinados se llevaron a cabo sobre la base de «inteligencia penitenciaria» dirigida a los presos sospechosos de realizar «actividades delictivas» desde sus celdas. “Esta información fue buena. Sabemos que algunos detenidos continúan con sus actividades ilegales a pesar de su encarcelamiento”, afirmó el Ministerio de Justicia, que indicó que los teléfonos incautados pronto serían utilizados por la policía.

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En total, un centenar de personas fueron movilizadas para esta investigación, que es una continuación de la operación “Red cuadrada XXL” y siguiendo instrucciones del Ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti.

Preguntadas por Le Figaro sobre estas excavaciones, las fuentes sindicales se mostraron más reticentes. “Dieciocho teléfonos incautados son muy pocos teniendo en cuenta los recursos desplegados. Los detenidos están acostumbrados a esconder cosas en sus celdas”, subraya uno de ellos. «En Baumettes no encontraron gran cosa, los reclusos tuvieron que tirarlo todo antes de los registros», añade otro, que sospecha que los presos habían presentido que se iba a desplegar una operación en sus locales de detención.

“En cualquier prisión de Francia siempre hay entre dos y tres teléfonos por celda. Además se venden a un precio elevado: puede ir de 500 a 800 euros para móviles pequeños de gama baja que en las tiendas cuestan 20 euros”, prosigue esta fuente sindical, confirmando que estos teléfonos son utilizados por los narcotraficantes para continuar con su actividad. “negocio” lucrativo incluso tras las rejas.