El mal tiempo en el sur de Brasil, donde el presidente Lula tiene previsto visitar el jueves, ha dejado al menos diez muertos según las autoridades locales, que precisan que 21 personas siguen desaparecidas.
Cerca de 3.400 personas en más de 100 municipios del estado de Rio Grande do Sul fueron evacuadas, la mayoría trasladadas a alojamientos de emergencia, dijo la Defensa Civil, que informó de más de 19.000 víctimas y 11 heridos.
“Mañana (jueves) viajaré personalmente al sur para comprobar la situación y el trabajo conjunto de los ministros con el gobierno estatal”, anunció el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en la red social X.
“Estamos ante el peor desastre de la historia de nuestro estado”, declaró el gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, durante una rueda de prensa.
En los próximos días se esperan precipitaciones que alcancen niveles sin precedentes en algunas regiones, subrayó.
“Perdimos todo, toda la comida, todo lo que teníamos dentro de la casa”, declaró al medio g1 Adriana Salete Gas, residente de Santa Cruz do Sul, cuya casa “aún está inundada”.
En Sinimbu, una ciudad de unos 10.000 habitantes en el centro de Rio Grande do Sul, las calles y avenidas se han transformado en ríos, según muestran numerosas imágenes de los medios locales. La alcaldesa Sandra Backes describe la situación como “una pesadilla”. “Tiendas, negocios, supermercados, todo está arrasado, destruido”, dijo en un vídeo publicado en Instagram.
En la pequeña localidad de Encantado, los vecinos intentaron abrirse camino a pie o en moto por una carretera devastada por el agua fangosa, según imágenes de AFPTV.
Varias localidades aisladas se encuentran actualmente privadas de ayuda tras el derrumbe de puentes o deslizamientos de tierra. Se hizo un llamado a no utilizar los carriles de circulación.
Las fuerzas armadas también participan en el rescate de personas en zonas de difícil acceso.
A finales de marzo, fuertes lluvias en el sureste de Brasil provocaron la muerte de 25 personas en los estados de Río de Janeiro y Espírito Santo.
Los expertos atribuyen los eventos extremos y la inestabilidad climática al cambio climático agravado por el fenómeno de El Niño.
Los científicos estiman que las temperaturas globales actuales son aproximadamente 1,2 grados Celsius más altas que a mediados del siglo XIX, lo que provoca mayores inundaciones, sequías y olas de calor.