La Cámara de Diputados de Brasil aprobó con creces la noche del martes al miércoles 24 de mayo nuevas reglas presupuestarias que ponen fin al congelamiento del gasto público, lo que constituye una victoria del izquierdista presidente Lula.
El texto, que debería permitir al gobierno cumplir su promesa de ambiciosos programas sociales, fue aprobado por 372 votos contra 108. Se trata de «un margen significativo», saludó el miércoles durante una rueda de prensa el ministro de Economía, Fernando Haddad. “La Cámara de Diputados ha demostrado que está lista para llegar a un acuerdo para que Brasil retome un fuerte crecimiento (…) Cualquier inversionista que sepa hacer cuentas entenderá que sí son reglas estrictas”, dijo -añade.
El voto de los diputados sin embargo no despertó inmediatamente el entusiasmo de los mercados, la Bolsa de Valores de Sao Paulo abrió con una caída del 0,82%. Pero los analistas también atribuyen la caída a eventos externos, como las tensas negociaciones sobre el techo de la deuda en Estados Unidos. El texto principal del nuevo «marco fiscal», como se le llama en Brasil, fue aprobado, pero los parlamentarios todavía tenían que votar las enmiendas el miércoles. El texto debe pasar luego al Senado.
Las nuevas reglas pusieron fin al tope de gasto introducido a finales de 2016, bajo el gobierno de centroderecha de Michel Temer, tras la destitución de la presidenta de izquierda Dilma Rousseff (2011-2016). Permiten una mayor flexibilidad en términos de gasto, que puede aumentar al mismo ritmo que los ingresos tributarios. No obstante, las salvaguardias aseguran un cierto rigor presupuestario, limitándose el incremento del gasto al 70% del incremento de los ingresos del Estado.
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De regreso en el poder desde enero, luego de su estrecha victoria sobre su predecesor de extrema derecha Jair Bolsonaro, Luiz Inacio Lula da Silva prometió invertir masivamente en temas sociales, como lo hizo durante sus dos primeros mandatos (2003-2010). Pero la situación económica está lejos de ser tan favorable como durante la década de 2000, durante el auge de las materias primas. Tratando de tranquilizar a los mercados preocupados por el regreso de la izquierda al poder, Lula se comprometió a conciliar “presupuesto, responsabilidad social y desarrollo sostenible”. El inicio de su mandato estuvo marcado por el restablecimiento de programas sociales y organismos públicos para la preservación del medio ambiente.