Vladimir Putin ganó la reelección con más del 87% de los votos el domingo 17 de marzo. Pero la prensa rusa independiente pone en duda la veracidad de este resultado récord, aclamado por el presidente ruso. Según estimaciones de varios medios de comunicación, el fraude cometido durante las elecciones presidenciales de 2024 tendría una magnitud sin precedentes. “Alrededor de 22 millones de votos obtenidos por Vladimir Putin fueron falsificados”, afirma el sitio de investigación Meduza. Cuando los medios de comunicación en el exilio Novaya Gazeta Europa mencionan “31,6 millones de votos falsificados”. Esto significa «que alrededor del 50% de todos los votos a Putin fueron falsificados», precisa el periódico, que recuerda que el líder ruso tiene 64,7 millones de votos, sobre 76 millones de electores.
Estos resultados difundidos por los medios independientes proceden de análisis de expertos que intentaron evaluar el alcance del fraude electoral. Para ello, se basan en un método que existe desde hace más de diez años: el método Shpilkin, llamado así en honor al estadístico Sergei Shpilkin, que analiza los resultados electorales en Rusia desde 2007. Este método tiene como objetivo identificar los colegios electorales que presentan resultados “anormales”. y resultados “rezagados” en comparación con la tasa de participación y el número de votos, descifra Anna Colin Lebedev, profesora de ciencias políticas en la Universidad París-Nanterre. “Las curvas de Shpilkin muestran resultados anormalmente redondos, con muchos votos del 70, 75, 80 u 85% a favor de Putin. Pero muy pocas partituras con números después del punto decimal”, continúa el especialista.
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En concreto, estos entre 22 y 32 millones de votos falsos a favor de Putin registrados por los medios de comunicación rusos son en parte consecuencia del “relleno de urnas y de la reescritura de los resultados”, concluye Anna Colin Lebedev. La organización de observación electoral Golos, expulsada de Rusia antes de las elecciones y cuyo líder está encarcelado, habla incluso del «mayor atasco electoral de la historia de Rusia». Los autores del fraude, principalmente profesores de las escuelas donde se encuentran los colegios electorales, inflaron artificialmente la puntuación del presidente mediante votos ficticios.
Pero este fraude electoral adopta varias formas, según las diferentes elecciones. Una gran mayoría de los votos obtenidos por Vladimir Putin en los colegios electorales se explica por el aumento de la presión sobre los votantes. En particular, sobre “los funcionarios, los empleados y las empresas vinculadas al Estado porque representan la mitad de la economía rusa”, señala Anna Colin Lebedev. “El director de una empresa local que depende de las subvenciones estatales recibirá, por ejemplo, instrucciones para animar a sus empleados a votar por Putin, con una foto del voto revisado como prueba”, ilustra el especialista.
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Añade que esta información proviene de “numerosos testimonios en grupos de conversación empresariales”. El investigador califica así estos votos de “falsos” porque son votos reales, pero motivados por presiones. Esta presión también la ejercen los militares y las fuerzas policiales desplegadas masivamente en los colegios electorales, debido también a la celebración de la acción de protesta “Midi contra Putin”, deseada por Navalny antes de su muerte.
Esta práctica de manipulación de votos existe desde hace mucho tiempo, pero «este año ha sido especialmente intensa en comparación con las elecciones anteriores», estima Anna Colin Lebedev. Según el investigador, esto se explica por un “exceso de celo” a nivel local. “En general, los presidentes de las comisiones electorales locales no reciben instrucciones numéricas precisas a seguir sobre el porcentaje de votos que debería recibir Putin. Más bien: “Putin no debe tener menos de este número de votos” o: “la tasa de participación no debe ser inferior a este número”, pone como ejemplo.
El voto en casa también ha sido objeto de falsificación. Se organiza principalmente en las regiones ucranianas anexadas por Rusia con una persona que llega a su casa con una urna. “Nada es controlable: ni el número de electores ni el número de votos”, señala Anna Colin Lebedev. “Las autoridades informan de una tasa de participación que supera el 90%. Sin embargo, estos territorios están en gran medida despoblados, con parte de la población ucraniana en el exilio desde el inicio de la guerra”, indica el investigador.
En cuanto al voto electrónico, utilizado por primera vez durante una elección presidencial, todavía no circulan cifras. Pero Anna Colin Lebedev no descarta la hipótesis del relleno virtual de las papeletas. “Las autoridades probaron esta elección durante el Covid y se dieron cuenta de que era una forma más eficaz de controlarla”, analiza el especialista.
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La celebración de estas elecciones presidenciales se desarrolló en gran medida en “condiciones de confinamiento más intensas que en 2018”, sin “más candidatos de la oposición ni voces críticas hacia Putin”, contextualiza Anna Colin Lebedev. “Dos candidatos de la oposición (Boris Nadejdine y Ekaterina Dountsova, ND) se presentaron, pero sus candidaturas no fueron registradas”, recuerda el investigador. En cuanto a los tres candidatos alternativos a Putin, Nikolai Kharitonov, Leonid Sloutski y Vladislav Davankov, fueron sólo «aparentes» porque son «leales al poder», subraya. El medio de investigación Meduza también señala que los resultados de estos otros candidatos también habrían sido falsificados. De este modo, los votos de Vladislav Davankov se habrían reasignado a Vladimir Putin, de modo que no surja ninguna otra figura en la opinión pública.