La policía en Chile gozará ahora de una «presunción de legítima defensa», bajo un texto apodado por sus detractores «ley del gatillo fácil», que el Parlamento aprobó el miércoles, en un país azotado por un aumento de la delincuencia.
El asesinato la semana pasada de una sargento de fusileros, Rita Olivares, acribillada a balazos cuando salía de su vehículo de servicio, aceleró la aprobación de esta ley. El texto establece que un soldado o policía que use su arma reglamentaria se beneficiará de una presunción de legítima defensa, que solo se levantará si una investigación demuestra que actuó mal.
“Este proyecto de ley establece que cuando un policía utilice un arma en defensa propia, o para defender a un tercero porque su vida está en peligro, se presumirá que el policía ha actuado conforme a los principios profesionales, pero podrá iniciarse una investigación. demostrar lo contrario”, explicó la ministra del Interior, Carolina Toha.
“Los policías murieron para que este proyecto de ley viera la luz. (…) Proteger a nuestra policía, darle más facultades, es darle esperanza a los chilenos”, argumentó el diputado opositor Andrés Longton, autor del proyecto de ley. El borrador original, que durante los debates fue llamado “gatillo fácil” por sus opositores, fue criticado por expertos en derecho penal y Naciones Unidas.
“No cumple con el derecho internacional de los derechos humanos”, señaló Jan Jarab, referente de derechos humanos de la ONU para América del Sur. Algunas disposiciones controvertidas fueron eliminadas durante la revisión parlamentaria, como la que permitía a los policías usar su arma de fuego cuando fueran atacados por dos o más personas desarmadas.
Según varias encuestas, la delincuencia es la principal preocupación de los chilenos. El aumento de delitos y delitos en el país ha llevado al gobierno a presentar una batería de medidas para frenar el fenómeno.
Según un organismo gubernamental de prevención del delito, en 2022 los homicidios aumentaron un 33,4 % con respecto al año anterior, lo que representa el segundo mayor cambio en América Latina después de Ecuador, donde aumentaron más del 80 %.