Los chilenos rechazaron el domingo, por segunda vez en poco más de un año, un proyecto de nueva Constitución, lo que significa que la ley básica que data de la dictadura de Augusto Pinochet seguirá vigente.
El voto “en contra” obtuvo el 55,75 % de los sufragios, mientras que el “a favor” obtuvo el 44,25 %, según los resultados oficiales publicados por el Servicio Electoral (Servel) luego de escrutados el 99 % de las papeletas. Más de quince millones de electores fueron invitados a votar a favor o en contra de esta nueva ley fundamental, de tono muy conservador.
El texto sometido a votación fue redactado por quienes defienden el legado del general Pinochet, tras el rechazo en septiembre de 2022 de una primera propuesta progresista apoyada por el joven presidente de izquierda Gabriel Boric.
Este último, el líder más joven de la historia de Chile, con 37 años, cerró la puerta a cualquier nuevo intento de reforma de la Constitución. “Bajo este mandato, el proceso constitucional queda cerrado. Hay otras emergencias”, declaró el presidente de izquierda en un discurso en el palacio presidencial de La Moneda. “Nuestro país seguirá con la Constitución actual, porque después de dos propuestas constitucionales sometidas a referéndum, ninguna ha logrado representar o unir a Chile en su hermosa diversidad”, agregó el presidente, quien respaldó la primera propuesta presentada por la izquierda y optó por por la neutralidad en el segundo.
La revisión de la Constitución de la era Pinochet (1973-1990), considerada un freno a cualquier reforma social fundamental, fue promulgada para satisfacer el movimiento social de 2019 contra las desigualdades que dejaron una treintena de muertos. Un año después, los chilenos aprobaron el 80% de la redacción de una nueva Constitución.
Tras el rechazo de la primera propuesta, Gabriel Boric sufrió un nuevo revés en mayo, cuando la derecha ultraconservadora quedó primera en la votación para elegir a los miembros que formarían el Consejo Constitucional encargado de redactar la nueva ley fundamental.
El Partido Republicano ha seducido a los votantes con su discurso intransigente contra la inseguridad, que asocia principalmente con la inmigración venezolana.
La oposición presenta la votación del domingo como una consulta sobre el presidente Boric, que aprovechó una ola de descontento para ser elegido a finales de 2021, a los 35 años, pero cuya popularidad ahora está disminuyendo.
La nueva Constitución propuesta refuerza el carácter conservador del texto actual que data de 1980, particularmente en temas como el aborto y la seguridad pública. La práctica estuvo completamente prohibida en Chile hasta 2017 cuando una ley la autorizó pero sólo en casos de riesgo para la vida de la madre, violación o feto declarado inviable. La Constitución actual “protege la vida del no nacido”, pero el nuevo texto va más allá y convierte al embrión en una persona, lo que hace más difícil justificar un aborto.
“No hemos logrado convencer a los chilenos de que esta Constitución es mejor que la actual y que es la forma más segura de acabar con la incertidumbre política, económica y social”, dijo José Antonio Kast, líder del ultraderechista Partido Republicano y ex candidato presidencial. derrotado por Gabriel Boric en diciembre de 2021. “No hay nada que celebrar. Y no sólo no podemos celebrar, sino que el gobierno y la izquierda tampoco pueden alegrarse porque el daño que ha sufrido Chile en los últimos cuatro años es inmenso y se necesitarán varias décadas para repararlo”, afirmó.
El nuevo texto, en cambio, reconoce por primera vez a los pueblos indígenas, una aspiración de larga data de los pueblos indígenas, principalmente mapuche, que representan alrededor del 12% de la población, pero no responde a su demanda de mayor autonomía.
Andrés Calfuqueo, estudiante de ciencias políticas de origen mapuche, asegura que el nuevo texto no lo “representa”. “Nació de un proceso que prometió unir a los chilenos pero terminó dividiéndolos”.
El entusiasmo por una nueva Constitución se ha visto frenado por la pandemia, la inflación y una creciente sensación de inseguridad y cansancio.
El presidente Boric “aprovechará este momento para impulsar reformas estancadas, principalmente tributarias y previsionales”, dijo Rodrigo Espinoza, director de la Escuela de Administración Pública de la Universidad Diego Portales (UDP).
Para Stéphanie Alenda, analista de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, “la gran perdedora es la clase política en su conjunto (…) con cuatro años de debate constitucional y dos intentos fallidos para lograr un consenso sobre un texto .