(Tianjin) Calles desiertas y torres residenciales medio vacías hasta donde alcanza la vista: en Tianjin, al norte de China, la crisis inmobiliaria ha dado lugar a barrios casi fantasmales en un contexto de desempleo en la segunda economía del mundo.
Un año y medio después del levantamiento de las restricciones sanitarias que penalizaban la actividad, el mercado inmobiliario es un obstáculo para la recuperación.
Este sector ha representado durante mucho tiempo una cuarta parte del PIB chino en sentido amplio y ha servido como fuerza impulsora en muchas otras áreas.
Ahora está moribundo mientras la economía se desacelera, lo que resulta en viviendas sin terminar y desconfianza hacia muchos promotores al borde de la quiebra.
Como muchos chinos, Wang Dongmei y su hija compraron una casa en 2016. Su propiedad, ubicada cerca de un sendero peatonal junto al río, valía 870.000 yuanes (165.000 dólares) en ese momento.
Desde entonces ha perdido más del 30% de su valor, explica este jubilado entrevistado por la AFP en Tianjin, una gran ciudad portuaria situada a 30 minutos en tren de Pekín.
“Queremos venderlo”, suspira Wang, desilusionada al ver que los precios de mercado son “los más bajos en 10 años”.
Los chinos consideran desde hace mucho tiempo que la compra de una propiedad es una inversión segura.
La crisis inmobiliaria lo ha puesto todo en entredicho y la caída de los precios del metro cuadrado supone un duro golpe para el bolsillo de los hogares.
Desde el año pasado, China ha intensificado las medidas para intentar reactivar su sector inmobiliario.
En mayo, también redujo la contribución mínima para los compradores por primera vez y propuso la recompra de viviendas desocupadas por parte de las autoridades locales. Con resultados mixtos.
Un salto en el mercado parece estar tomando forma, según Zhao Xin, un agente inmobiliario en Tianjin, que asesora a compradores potenciales en un complejo residencial aún en construcción.
Pero «decir que encontraremos el mismo nivel» de ventas que antes de la crisis «no es realista», considera, dado el deseo de los gobernantes de desinflar una burbuja que ha hecho estallar la deuda de numerosos promotores privados.
Algunos ahora luchan por su supervivencia, como Evergrande, cuyos reveses suelen aparecer en los titulares.
Se espera que el precio de la vivienda nueva caiga este año entre un 15 y un 20% más, advierte la agencia de calificación Fitch.
La economía ocupará un lugar destacado en los debates del Partido Comunista en julio durante una importante reunión en la que se esperan medidas en el sector inmobiliario, según muchos analistas.
El empleo juvenil también será un tema central, predice Harry Murphy Cruise, economista de Moody’s Analytics.
El presidente Xi Jinping llamó en mayo a hacer del desempleo juvenil la “máxima prioridad”.
La tasa alcanzó niveles récord el año pasado, antes de que las autoridades suspendieran oficialmente la publicación de las cifras para revisar su metodología.
En Shanghai se percibió cierta tristeza durante una reciente feria de empleo.
“El mercado laboral está deprimido”, lamenta Wu Jiawen, de 25 años, que se graduó en diciembre y está “preocupado” por no haber encontrado aún trabajo.
Este mes, 11,8 millones de estudiantes dejarán la universidad y se sumarán a la competencia.
El problema del empleo en China es mucho más profundo.
Los sectores dinámicos, como Internet, que se ha desarrollado a gran velocidad debido a la falta de una regulación estricta, están ahora más supervisados.
Resultado: importantes reservas de empleo se están reduciendo en un contexto de rentabilidad decreciente, incluidos los gigantes digitales Alibaba, Tencent y ByteDance.
Incluso el sector financiero no es inmune a esta tendencia, aunque los salarios son inferiores a los de hace diez años, según un ex banquero llamado Wang, que no quiere revelar su identidad completa por miedo a represalias.
Por su parte, las exportaciones chocan con las tensiones geopolíticas entre Beijing y Washington y el deseo de ciertos países de diversificar su cadena productiva.
Este sector es históricamente una importante palanca de crecimiento para China y su desempeño tiene un impacto directo en el empleo de miles de empresas.
“Probablemente tendremos que atravesar una recesión” antes de recuperarnos, dice con pesimismo Guan, jefe de una empresa que fabrica plástico.
El gobierno chino apunta a un crecimiento de alrededor del 5% este año.
Este ritmo haría soñar a muchos países, pero para China sigue estando lejos de la expansión meteórica que la ha impulsado a las cimas de la economía mundial en las últimas décadas.