(París) Destellos de luz procedentes de muy lejos, con una energía tan intensa que pueden atravesar miles de millones de años luz: los estallidos de rayos gamma son valiosos testigos de las primeras edades del Universo, pero los astrónomos luchan por observarlos tal como son tan fugaz.

La misión franco-china SVOM (Monitor astronómico de objetos variables multibanda basado en el espacio) se prepara para explorar estos fenómenos extremos del cosmos, todavía misteriosos más de 50 años después de su descubrimiento.  

El satélite de 930 kilos y sus cuatro instrumentos a bordo (dos chinos y dos franceses) despegarán el sábado a bordo de un cohete chino Gran Marcha 2-C desde la base espacial de Xichang (suroeste de China).

Chen Lan, especialista del programa espacial chino, elogió a la AFP la “importancia política” de esta misión, “en un período bastante oscuro en las relaciones entre China y Occidente, lo que demuestra que la cooperación científica puede continuar a pesar de las dificultades”.

“La investigación comenzó en plena Guerra Fría”, afirma Bertrand Cordier, director científico de la contribución francesa al SVOM.

Corría el año 1967 cuando los satélites estadounidenses destinados a monitorear las pruebas nucleares observaron un breve destello que emitía rayos gamma, las ondas más energéticas del espectro electromagnético, que se producen por la desintegración de elementos radiactivos.

A principios de los años 1970, el expediente entró en el ámbito científico y “desde entonces, intentamos comprender el origen de estos fenómenos”, explicó este investigador de la CEA (Comisión de Energía Atómica), durante una presentación de los instrumentos franceses de SVOM a la prensa.

Varias misiones espaciales, incluido el telescopio estadounidense Swift, han permitido identificar estos acontecimientos impredecibles. En primer lugar, se produce la emisión de un llamado destello rápido de luz, en forma de rayos gamma, que dura entre una fracción de segundo y algunas decenas de segundos.  

Lo que sigue es una emisión de rayos X “resplandeciente”, que puede durar algunas horas y que “atraviesa todo el Universo para llegar hasta nosotros”, explica Susanna Vergani, directora de investigación del CNRS en el Observatorio París-PSL.

Los breves destellos parecen provenir de la fusión de objetos compactos, ya sea dos estrellas de neutrones o una estrella de neutrones con un agujero negro.  

Los destellos prolongados se originarían a partir de la explosión de las primeras estrellas masivas, mucho más grandes que el Sol: una población específica de estrellas nacidas en los inicios del cosmos, que mueren violentamente tras una corta vida.  

Por tanto, son herramientas valiosas para “sondear el Universo lejano”, en particular el proceso químico poco conocido mediante el cual aparecieron las primeras estrellas, descifra Susanna Vergani.

Estas explosiones también tienen la ventaja de llevar la huella de las nubes de gas que han atravesado durante las diferentes edades del Universo, todos ellos marcadores de su historia.

Como la Vía Láctea es demasiado antigua para generarlos, la probabilidad de que una explosión de rayos gamma de este tipo nos alcance “es extremadamente baja”, señala Bertrand Cordier, añadiendo que, en caso necesario, la atmósfera terrestre actuaría como una pantalla.  

Hoy la principal dificultad consiste en localizar estos fenómenos. Por tanto, el instrumento francés ECLAIRs del satélite está equipado con una máscara codificada, una placa metálica perforada que, iluminada por una fuente de rayos gamma, permite reconstruir su dirección.

La extrema brevedad de estos fenómenos pondrá a los científicos en una carrera contra el tiempo para recopilar información a tiempo.

Tan pronto como SVOM detecte una explosión, enviará una alerta a un equipo de científicos de guardia las 24 horas del día. En menos de cinco minutos, tendrán que activar una serie de telescopios en tierra que se alinearán con precisión en la superficie. eje de la fuente de la explosión, para observaciones más profundas.