Le Figaro Burdeos
Este es un tema delicado, especialmente en este momento en que los días se hacen más largos. Para hacer frente a determinadas situaciones problemáticas en torno a las terrazas de Burdeos, el equipo del ecologista Pierre Hurmic tiene la intención de desempolvar las normas vigentes, con el fin de permitir que los comerciantes, los clientes, pero también los residentes locales y los peatones encuentren su cuenta. Acaba de comenzar una consulta con los principales actores interesados.
Un proceso democrático iniciado después de largos meses de reflexión, para garantizar que «las futuras normas sean objeto de una consulta reforzada con los distintos actores cuyos intereses y opiniones a veces son duramente opuestos», recuerda la ciudad de Burdeos. Para Amine Smihi, teniente de alcalde encargada de la paz, la seguridad, la prevención y el mantenimiento del espacio público, las nuevas normas deberán ir “en la dirección de una ciudad inclusiva teniendo en cuenta las legítimas necesidades de todos sin jerarquizarlas”. Pour ce faire, la ville veut fixer «des règles d’occupation compatibles avec la tranquillité publique», en favorisant «un équilibre des usages et un partage de l’espace public», et en améliorant «les conditions de circulation et de sécurité des gente».
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Cambiar las normas de gestión de las gradas parece más que necesario para el equipo de Pierre Hurmic. La prueba es que la normativa municipal sobre terrazas en Burdeos data de 2013, recuerda Marc Etcheverry, concejal responsable de la gestión de terrazas. “Desde esa fecha, el uso del dominio público por parte de las terrazas ha evolucionado”, en particular “la transformación de Burdeos, una ciudad cada vez con más habitantes y por lo tanto más restaurantes, bares y cafeterías”. Una evolución que va de la mano de “un aumento drástico” del número de establecimientos y de su densidad en el dominio público, subraya el electo.
Pero el atractivo del Port de la Lune no es el único motivo del entusiasmo de los bordeleses y bordelesas por las terrazas. Al igual que en París y otras ciudades francesas, se han instalado “terrazas Covid”, para permitir que los establecimientos sigan recibiendo en espacios diáfanos, al no poder acoger al público en su interior. «En cuanto los quitamos, a los comerciantes les costó aceptar», explica Marc Etcheverry, quien recuerda que la ciudad también debe responder a las «aspiraciones de los vecinos», que pueden verse afectados «por el ruido que genera el terrazas o la densidad de las aceras, que dificulta la circulación».
En cuanto a los profesionales, no cunda el pánico a bordo por el momento. Franck Chaumes, presidente de la Unión de oficios y hostelería de Gironde (UMIH 33), está encantado con esta consulta, que pone las cosas «en el buen camino». Se les encargó un documento de trabajo que «no parece por el momento realmente vinculante», explica Franck Chaumes, al tiempo que precisa su principal temor: «Lo que no querríamos es que el ayuntamiento ponga una salvaguardia, diciendo que este reglamento se aplica salvo en casos excepcionales, y que los casos excepcionales se generalicen.
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Por el momento, la nueva regulación de las terrazas aún está en pañales. La ciudad desea trabajar inicialmente con la UMIH 33 pero también con las asociaciones de vecinos, antes de pedir su opinión a todos los bordeleses de una forma u otra (cuestionario en línea, vagabundeos, reuniones públicas, etc.). El municipio, sin embargo, tiene algunas ambiciones específicas, continúa Marc Etcheverry, como “la obligación de mantener un camino peatonal” y también de “mantener la limpieza”, o tener un cuarto de basura separado.
Partiendo de la observación de que existen ciertas «zonas de tensión», con «puntos calientes» en determinados barrios donde los vecinos se quejan de molestias, el municipio pretende «adaptarse pragmáticamente a las situaciones de cada barrio». Esta nueva normativa también podría venir a «impulsar ciertos barrios», al facilitar el desarrollo de terrazas fuera del centro de la ciudad, para crear una especie de «reequilibrio territorial» de estos lugares de vida. Para este verano, la situación debería seguir siendo la misma. Pero para septiembre, se llamará a la gente de Burdeos para que decida y las nuevas reglas podrían aplicarse a principios de 2024.