Faltarán entre 2.000 y 2.500 soldados. El ejército no alcanzará sus objetivos de reclutamiento este año, el primero en casi diez años. Cada año, debe atraer 16.000 nuevos soldados para asegurar el relevo generacional y garantizar sus misiones. “Estamos viviendo algunas dificultades sin precedentes”, coincidió el miércoles el general Marc Conruyt, director de recursos humanos del Ejército, durante una reunión con la Asociación de Periodistas de Defensa. Pero advirtió contra sacar conclusiones precipitadas. “Nuestras bases son sólidas”, aseguró. Sin embargo, es probable que la disminución de los compromisos preocupe a una institución que está planificando a largo plazo.
El fenómeno no afecta sólo a Francia. La Bundeswehr y el ejército estadounidense también encuentran dificultades. En Alemania, la contratación ha disminuido un 7%, según datos del Spiegel. En Estados Unidos, el ejército incumplió sus objetivos en un 25% en 2022, dejando 15.000 plazas vacantes.
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En Francia, el ejército se ha beneficiado de un impulso desde 2015, vinculado en particular al impacto de los ataques. El efecto aún persiste: sentimiento de la misión de defensa de Francia, atracción por el compromiso con los valores… Pero la carrera militar está sujeta a las mismas tensiones que atraviesan la sociedad: nueva relación con el trabajo, caída del desempleo… Si el ejército todavía logra atraer a futuros soldados de infantería, lucha por reclutar especialistas en campos competitivos como la tecnología digital, el mantenimiento o incluso los idiomas, para misiones de inteligencia.
«Hay una distancia cada vez mayor entre el estilo de vida medio y el que ofrecemos», coincidió también el jefe del Estado Mayor del Ejército, general Schill, evocando implícitamente las limitaciones de disponibilidad, de movilidad territorial o incluso de vida familiar. La evolución de la política de remuneraciones en el ejército también hace temer efectos perversos: la diferenciación de las bonificaciones según la ubicación geográfica corre el riesgo de crear distorsiones del atractivo. El último informe del Alto Comité para la Evaluación de la Condición Militar reveló finalmente un sentimiento de “malestar” entre los oficiales (de todos los ejércitos combinados), alimentado por una sensación de desconexión de las condiciones laborales en los altos cargos públicos.
El fin de la Operación Barkhane también pesa mucho sobre las bases. “El ejército es un ejército de empleo. «La aventura es fundamental para el acto de enfrentamiento», admite el general Schill. La palabra se utiliza en las imágenes de las campañas de reclutamiento. «También existe una dimensión social vinculada a la remuneración operativa», añade. Durante diez años, los militares se habían acostumbrado a integrar las bonificaciones recibidas como parte de un “opex” en sus planes de vida y carrera. Ya no serán percibidos. “¿Es tan bueno un ejercicio organizado en el marco de la OTAN como una misión en el Sahel…”, pregunta el general Schill, sin llegar a formular la respuesta. A su lado, el general Conruyt pospone las cosas. Desde Guyana hasta el Levante, el ejército interviene en otros teatros. También reforzó su presencia en Rumanía y Estonia. En el pasado, ella también tuvo períodos sin cirugía importante. “Cuando llegué al regimiento en 1990, pensábamos que no habría más misiones…”, recuerda. Entonces las noticias mundiales se pusieron al día con el ejército.
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Si se pone en perspectiva y se matiza, la crisis de contratación no se minimiza. Para afrontarlo, el Ejército promete adaptarse. Esfuerzos para conservar al personal más allá de cinco años, gestión individualizada de las carreras profesionales, mejora de las condiciones de vida en el marco del «Plan Familia», esfuerzos financieros para profesiones escasas… El ejército ha prometido reformas para tener más en cuenta las realidades sociales.