El whisky japonés, cada vez más conocido a nivel mundial, está protegido desde el lunes en el archipiélago por nuevas normas destinadas a disuadir a los productores extranjeros de utilizar esta denominación. El reconocimiento internacional de este alcohol ha ido aumentando desde principios de los años 2000, tanto entre los profesionales como entre los consumidores, aumentando las ventas y los precios. Pero el nombre “whisky japonés” adolecía de una falta de reglas, lo que permitía a los fabricantes extranjeros utilizar este nombre a pesar de la ausencia de un vínculo con Japón.

Desde el lunes entraron en vigor especificaciones más estrictas de la Asociación de Fabricantes de Bebidas Espirituosas y Licores de Japón. Para poder utilizar la denominación de origen, los productores deben utilizar ahora agua de manantial de Japón y los barriles de whisky deben almacenarse en el archipiélago durante al menos tres años. “Creemos que esto ayudará a mejorar la reputación (del whisky japonés) porque permitirá a nuestros clientes internacionales distinguirlo de otros productos”, afirmó el grupo Suntory, uno de los mayores productores. La limitación actual de estas decisiones es que no se prevén sanciones para los infractores.

Japón tiene alrededor de un centenar de destilerías, según los expertos, y las exportaciones anuales de sus whiskies alcanzaron los 56.000 millones de yenes (343 millones de euros) en 2022, o 14 veces más que diez años antes. Algunas marcas como Nikka Yoichi de 10 años o Yamazaki de 12 años han ganado prestigiosos premios internacionales, y los destiladores japoneses anticipan ahora su producción con décadas de antelación para satisfacer la demanda. El whisky Hibiki de 17 años de Suntory también tuvo su momento de gloria cuando el personaje interpretado por Bill Murray en la película “Lost in Translation”, estrenada en 2003, rodó un anuncio alabando esta bebida en una escena que se ha convertido en culto.