La pelota está en el tejado de la justicia albanesa. Desde el jueves 18 de enero, el Tribunal Constitucional de Albania examina el acuerdo firmado entre Italia y Albania destinado a subcontratar la atención de los inmigrantes que llegan a las costas italianas en este pequeño país de los Balcanes Occidentales. La decisión final, prevista inicialmente para el 6 de marzo, debería llegar antes, señal de que esta espinosa cuestión es una prioridad para la justicia albanesa.
A principios de noviembre de 2023, la presidenta del Consejo italiano, Giorgia Meloni, y el primer ministro albanés, Edi Rama, reunidos en Roma, firmaron un acuerdo sobre la gestión de los inmigrantes entre sus dos países. El plan prevé la construcción de dos grandes centros de recepción de refugiados para la primavera de 2024 al norte de la capital, Tirana. Cada campo está diseñado para albergar hasta 3.000 solicitantes de asilo a la vez, o casi 39.000 cada año, mientras esperan que Italia procese sus casos.
Durante la rueda de prensa conjunta con su homólogo italiano, el Primer Ministro Edi Rama elogió un proyecto que honra a su país. El jefe de Gobierno destacó también los lazos que unen a Albania con Italia, recordando que esta última fue una tierra de acogida para los nacionales albaneses tras la caída del régimen comunista a principios de los años 1990. Tirana espera reforzar aún más el apoyo de Roma a su candidatura a la Eurocopa Unión.
Pero más de un mes después, la ratificación del acuerdo fue detenida en seco en el Parlamento albanés. Crítica de un plan que socavaría la soberanía del país, la oposición recurrió inmediatamente al Tribunal Constitucional para verificar la conformidad del plan con la Constitución y los tratados internacionales. El acuerdo migratorio, suspendido a la espera de una decisión judicial, cristaliza las tensiones entre el gobierno socialista de Edi Rama y la oposición de centroderecha. Celle-ci, menée par l’ex-premier ministre du Parti démocrate d’Albanie (PD) Sali Berisha, «tente d’utiliser tous les arguments pour contester le projet», observe Teuta Vodo, politologue et ancienne vice-ministre albanaise de la justicia.
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Los treinta diputados del PD denuncian en primer lugar la falta de consulta pública aguas arriba. Firmado para sorpresa de todos, el acuerdo no obtuvo ni el consentimiento de los parlamentarios ni el de la población albanesa. Pero la oposición critica sobre todo al gobierno por la imprecisión sobre las competencias que se aplican en estos centros de recepción de inmigrantes. Si Roma se hace cargo de la financiación y gestión de estos campos, ¿los colocaría de facto bajo el régimen jurídico italiano? Y si están físicamente ubicados en Albania, “¿cómo pueden aplicarse las leyes italianas en territorio albanés?”, se pregunta Teuta Vodo.
Éste es el meollo del caso llevado ante el Tribunal Constitucional. En el plan firmado, Italia, país miembro de la Unión Europea, es responsable de la administración de estos centros en un tercer país que, en principio, no está obligado a respetar las normas europeas en este ámbito. Sobre este conflicto de competencias ya se ha pronunciado la comisaria europea de Asuntos Interiores, Ylva Johansson. “La evaluación preliminar de nuestro departamento jurídico es que esto no es una violación de la legislación de la UE, sino que está fuera de la legislación de la UE”, respondió poco después de firmar el acuerdo.
Pero para Teuta Vodo, “es arriesgado que Albania emprenda una misión así”. Porque el país balcánico pasa a ser legalmente responsable ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) por las actividades de estos dos campos. El tribunal europeo desempeña un papel de guardia contra posibles violaciones de los derechos humanos y, como tal, puede «imponer sanciones contra Albania y no contra Italia, que sin embargo administra estos campos», señala el profesor-investigador de Sciences Po Paris.
Sin embargo, las dudas sobre la instalación de estos centros van más allá de los escaños del Parlamento. La firma del acuerdo sorprendió a los 3 millones de albaneses para quienes “la cuestión de la migración es un tema nuevo en un país de emigración y no de inmigración”. De ahí las dudas sobre la capacidad del país para acoger a tantos refugiados en centros cuya seguridad se supone debe estar garantizada por las fuerzas de seguridad albanesas. «La población es muy consciente de que la policía local no está suficientemente preparada para hacer frente a esta afluencia», afirma Vodo.
El ex viceministro de Justicia albanés está especialmente preocupado por los problemas que pueden surgir por la concentración de una población predominantemente masculina en estos centros. La voluntad de Giorgia Meloni de no enviar allí a mujeres embarazadas, menores y personas vulnerables separará a las familias y correrá riesgos, según la investigadora, generando «estrés, conflictos y violencia dentro de los campos». Por no hablar de los riesgos de que algunas personas huyan a territorio albanés.
También está en juego la reputación de Albania y, por extensión, su atractivo turístico: «La oposición y una parte de la población albanesa temen que el país sea visto por los países de la UE como una especie de «carcelero» de inmigrantes», explica. Simone Benazzo, especialista en los Balcanes de la Universidad Libre de Bruselas. Y continúa: “Los lugareños temen que la presencia de inmigrantes también pueda perjudicar al turismo, que ha experimentado un auge en los últimos años”.
Pero Albania no es el primer país que establece campos de este tipo. Grecia ya alberga centros de detención en su territorio diseñados para estudiar las solicitudes de asilo de inmigrantes no europeos. Con la notable diferencia de que Albania “nunca ha tenido que gestionar una crisis migratoria” a diferencia de sus vecinos mediterráneos, según Teuta Vodo. Por lo tanto, el desafío es significativo para un país pequeño que hasta ahora era sólo un “punto de paso” para los refugiados que transitaban por la “ruta de los Balcanes” hacia Europa occidental.