La inflación siguió acelerándose en marzo en Estados Unidos, hasta el 3,5% interanual, frente al 3,2% en febrero, según el índice IPC publicado el miércoles por el Departamento de Trabajo, decepcionando una vez más a los analistas que esperaban un aumento menos marcado. El aumento de los precios al consumo, sin embargo, se mantuvo sin cambios en un mes, en el 0,4%, como el mes anterior, mientras que el consenso anticipaba una ligera desaceleración, hasta el 0,3%, según MarketWatch.

La inflación subyacente, es decir, excluida la energía y los alimentos y, por tanto, considerada menos volátil, se mantuvo sin cambios en un año, en el 3,8%, mientras que los analistas esperaban que siguiera desacelerándose progresivamente, así como en un mes, hasta el 0,4%. respecto a febrero, aunque también se espera que se desacelere ligeramente. La inflación sigue impulsada en gran medida, como desde principios de año, por los precios de la gasolina, la vivienda y el transporte, mientras que, por el contrario, los precios de los alimentos, cuya evolución es especialmente perceptible para los consumidores, se mantienen casi sin cambios por segundo mes consecutivo.

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La evolución de los precios en Estados Unidos es un tema especialmente delicado en este año electoral, mientras que el presidente demócrata saliente, Joe Biden, intentó inicialmente centrar su campaña en el éxito de su política económica. Pero la percepción de los votantes resultó ser muy diferente de los datos macroeconómicos, en particular precisamente debido al aumento mucho más marcado de los precios observado desde hace más de dos años. El índice IPC es aquel sobre el que se indexan las pensiones estadounidenses. Pero la Reserva Federal (Fed) se inclina por otra medida, el índice PCE, cuyos datos de marzo se publicarán el 26 de abril. Ambos índices no miden exactamente lo mismo, y en particular el índice IPC concede al importe de los alquileres un lugar mucho más importante que el índice PCE en su evaluación de la evolución de los precios.

La curva de inflación es seguida de cerca por la Reserva Federal, que lucha contra su aumento desde hace más de dos años. Su principal herramienta para afrontar esto ha sido aumentar las tasas entre marzo de 2022 y julio de 2023, llevándolas al rango de 5,25-5,50%, su nivel más alto en 20 años. La institución prevé ahora empezar a reducirlos este año. Pero sus funcionarios han postergado en gran medida las cosas en las últimas semanas, diciendo que prefieren esperar varios meses para estar seguros de que no es probable que la inflación se recupere. Los analistas, sin embargo, prevén un primer recorte de tipos en la reunión prevista para mediados de junio, según el agregador FedWatch del CME Group, mientras que se espera que la próxima reunión de la Fed, prevista para el 30 de abril y el 1 de mayo, termine de nuevo con un status quo el el frente de tasas.