Este sábado por la noche de marzo de 2020, un cliente regaña al camarero de una pizzería en Bouffémont (Val-d’Oise). Una disputa que desencadenará una espiral fatal de violencia gratuita y culminará con la muerte a puñaladas de un joven, por la que tres hermanos serán juzgados el jueves 5 de octubre en el tribunal.
Son las 8:35 pm del 14 de marzo. Un consumidor agresivo de unos veinte años abre la puerta de Diffa Pizza, una empresa de pizzas para llevar en la pequeña ciudad de Bouffémont. Llama a un camarero y exige que le sirvan antes que los demás. El empleado se niega, el tono sube. Los insultos vuelan.
Con este cliente, “sé que siempre hubo problemas. No quería involucrarme. Fui allí a hacer pizzas, no a hacerme enemigos”, se justifica en la barra el dueño del restaurante, que observa la escena sin intervenir.
Los dos bandos se reúnen detrás de la tienda para explicarse. El cliente, acompañado de una amiga de 21 años, Yacine L., propinó varios puñetazos al camarero. Otro empleado, Elías S., intenta intervenir. Entonces comienza una reacción en cadena. Los altercados confusos se suceden. La violencia sube, deslumbrante, desinhibida. El hermano mayor del primer camarero llega corriendo con sus amigos para vengar a su hermano menor. Nueva pelea.
Poco a poco, el barrio se hunde en el caos. “Había peleas por todos lados, jóvenes corriendo, gritando, etc. Pero yo estaba centrado en mi negocio”, declara abrumado el restaurador de 32 años.
Pero el verdadero cambio se produjo cuando, media hora después del inicio de los hechos, llegó desde Sarcelles un segundo grupo de hermanos mayores, los de Elias S., el empleado que intentó intervenir durante el altercado inicial.
“Un auto viene a gran velocidad, se bajaron dos personas. Pasaron a mi lado. Uno tenía una Taser, el otro tenía unos nudillos de bronce. Delante de ellos, dos jóvenes (el cliente y su amigo, ndr.) vienen corriendo (…). Todos estaban ahí para pelear”, describe un socorrista que regresaba a su casa. El testigo de 57 años, que desde entonces “abandonó la región parisina porque hay demasiada violencia”, rueda por el suelo frente al tribunal para imitar la forma en que una de las víctimas cae frente a él bajo descargas Taser y patadas.
Durante esta pelea, tan breve como explosiva, uno de los hermanos mayores, de 23 años, que admitió los hechos, asestó cuatro puñaladas al amigo del cliente, incluida una herida mortal en el pecho de 13 cm de profundidad. El resto lo cuenta en el bar el acompañante del fallecido, que sólo tuvo tiempo de recoger sus confidencias antes de su muerte.
En el caos de la trifulca, Yacine L. “corre cuando recibe varias puñaladas en la espalda. En ese momento, con la adrenalina, no la sintió. Fue cuando se escondió en un callejón y su visión se volvió borrosa, fue entonces cuando se dio cuenta que estaba lleno de sangre. Sintió que se iba. Tuvo una descarga de adrenalina, pensó en su familia, se levantó”, cuenta la joven, cubierta con un velo de pies a cabeza.
En un esfuerzo sobrehumano, la víctima gravemente herida se arrastra hasta la comisaría, advirtiendo a su amigo desde el móvil de un transeúnte. Espera catorce minutos en el andén del Transilien y lo toma hasta Saint-Denis. De allí es recogido por su pareja que lo lleva de urgencia al hospital. Nada ayuda: lo declaran muerto alrededor de las cinco de la mañana.
El autor del apuñalamiento se enfrenta a treinta años de prisión por asesinato. Sus otros dos hermanos, incluido el empleado de la pizzería Elias S., están siendo procesados por delitos violentos relacionados. El veredicto se espera para el viernes 6 de octubre al final del día.
Ante el jurado, la madre del cliente pendenciero rompió a llorar: “¡¿Pero cómo llegaste hasta ahí por una historia de pizza?!”