«Nuestra tradición y nuestra cultura están muriendo». En Karachi, la ciudad más grande de Pakistán, es posible que los seguidores del parsismo pronto ya no puedan practicar sus ritos funerarios habituales. Esta fe, derivada del zoroastrismo, venera los elementos, en particular el fuego y la tierra. Para evitar contaminarlos, no practican la cremación ni el entierro del difunto. Los restos generalmente se colocan en “dakhma”, o “torres del silencio”, edificios circulares y elevados, y se exponen a buitres y otros carroñeros, que se deleitan con su carne.
Sin embargo, como informa The Guardian, los buitres están en peligro de extinción en Pakistán, India e Irán, donde se practica el parsismo. En las últimas décadas, estas aves rapaces se han extinguido masivamente en el subcontinente indio, principalmente debido al envenenamiento por diclofenaco, un fármaco antiinflamatorio que se administra ampliamente al ganado en India y Pakistán. Al alimentarse de los cadáveres de animales muertos, los buitres ingieren esta sustancia que les provoca inflamación e insuficiencia renal y les provoca la muerte.
El rito funerario parsi sigue un proceso sencillo: los cadáveres se colocan en la “dakhma”, donde se descomponen y la carne es devorada por los buitres. Después de ser blanqueados por el sol y el viento durante un año, los huesos se recogen en un osario en el centro de la torre. La cal acelera entonces su progresiva desintegración. El objetivo de esta costumbre es “no contaminar la tierra” mediante un entierro, o el fuego mediante una cremación, explica a The Guardian un residente de Karachi. “El ojo místico del buitre facilita la transición cósmica del alma, y ofrecer el cuerpo a los pájaros se considera el máximo acto de caridad del devoto zoroástrico”, subraya otro residente.
La progresiva extinción de los buitres implica una drástica reducción del número de “torres del silencio”. En Karachi, donde viven 800 parsis sobre 20 millones de habitantes, sólo quedan dos, apenas funcionales. Por lo tanto, la pequeña comunidad de la ciudad intenta introducir otros métodos, con éxito desigual. Por ejemplo, los “concentradores solares”, destinados a acelerar la descomposición de los cuerpos, sólo funcionan cuando hace buen tiempo y, por tanto, no son muy eficaces. Los parsis también estudian la cría de buitres en cautiverio. Algunos de ellos ya han sido liberados en la India, con el objetivo de aumentar las poblaciones en peligro de extinción.