Michel Leblanc, director general de la Cámara de Comercio de Montreal metropolitana (CCMM), inició en enero su decimoquinto año como director general de la organización que defiende los intereses de la comunidad empresarial. Es capaz de medir los progresos realizados y apreciar las transformaciones experimentadas por el entorno económico de Montreal que, según él, ha ganado confianza a pesar de la aparición de nuevas cuestiones.

Hace 15 años, en enero de 2009, estábamos en medio de la crisis financiera internacional que afectó duramente a muchas empresas de Montreal y socavó la actividad económica.

La tasa de desempleo superaba el 11% y la región metropolitana estaba sumida en una serie de crisis: la elección de las ubicaciones de CHUM y CUSUM, la reconfiguración del intercambio de Turcot, la construcción del nuevo puente Champlain, etc.

Es en este contexto que Michel Leblanc inicia su mandato como director general del CCMM. Economista de formación, fue consultor en Secor antes de hacerse cargo de In Vivo, el cluster de ciencias de la vida, el primer cluster industrial establecido en Montreal.

“Mi papel durante la crisis financiera fue articular las necesidades y preocupaciones de la comunidad empresarial de Montreal, sintetizarlas bien y expresarlas bien”, recuerda Michel Leblanc, que tenía cierto dominio de las cuestiones económicas desde que preparó los tres debates del CCMM. plan estratégico anual en 2002, como consultor de Secor.

Una fotografía colgada en la pared de su oficina ilustra la ciudad de Montreal vista desde la costa sur, tomada hace 10 años. Las torres Canadiens están ausentes, al igual que las torres residenciales de Griffintown, mientras que la nueva torre del Banco Nacional o la del 700 Saint-Jacques ni siquiera fueron diseñadas.

Por tanto, Montreal ha seguido una trayectoria muy positiva durante los últimos 15 años, en particular con una fuerte recuperación de la actividad inmobiliaria en el centro de la ciudad. Pero han surgido cuestiones nuevas y muy preocupantes que requerirán una acción firme y concertada, subraya el director general del CCMM.

“La movilidad y el transporte en Montreal son muy problemáticos y la seguridad se ha convertido en un tema extremadamente preocupante. La gente empieza a tener miedo de acercarse a determinadas estaciones de metro, la falta de vivienda y la crisis de opiáceos están cobrando un precio importante”, constata Michel Leblanc con cierta desolación.

Hace 20 años, una ciudad como Seattle era un ejemplo de desarrollo urbano, afirma el presidente de la Cámara de Comercio, mientras que hoy vamos a Seattle para comprender cómo se puede deconstruir el centro de una ciudad. Esto es lo que Montreal debe evitar, según él. Debemos evitar debilitar la confianza que hemos logrado construir.

El gobierno de Quebec debe proporcionar más apoyo social a Montreal, debe invertir más en saneamiento, limpieza y vivienda social, cree, mientras la ciudad corre el riesgo de encontrarse en una situación financiera precaria debido al deterioro del valor del suelo de las torres de oficinas.

“La tasa de desocupación de las torres es demasiado alta, existe el riesgo de que el valor de los activos se reduzca, lo que reducirá los ingresos fiscales”, indica Michel Leblanc.

Si ha querido reunirse conmigo para hacer un balance de sus 15 años como presidente de la Cámara de Comercio del Montreal metropolitano, ¿es porque ha llegado a una encrucijada y quiere implicarse aún más activamente en el futuro de la metrópolis quebequense?

El pasado mes de marzo, una encuesta realizada por el partido Projet Montréal puso el nombre de Michel Leblanc como candidato potencial a la alcaldía de Montreal, al igual que los de Sophie Brochu y Mélanie Joly.

“Lo que me interesa es Montreal, mucho antes que la política. Como economista, siempre me he preguntado cómo reactivar una metrópoli que está en relativo declive. Montreal está bien como entidad, pero es su centro el que se está volviendo preocupante”, observa.

Desde el final de la pandemia, Michel Leblanc ha hecho campaña activamente para que las empresas regresen a sus equipos a la oficina, pero señala que muchas de ellas se resisten a exigir una mayor presencia de su fuerza laboral, incluso si eso afecta su productividad.

“También es algo comprensible. ¿Por qué pedirles a sus empleados que vengan a la oficina si es de difícil acceso por problemas de flujo y si sienten que no están seguros cuando vienen al centro? », se lamenta el director general de la Cámara de Comercio del Montreal Metropolitano, que, a sus 61 años, está preparado para nuevos retos.