La inflación se mantendrá alta en Francia hasta finales de 2023, «oscilando entre el 5,5 % y el 6,5 %», y luego debería retroceder hasta alrededor del 3 % a finales de 2024, indicó este jueves la OFCE en sus perspectivas económicas. Como resultado de este aumento de precios, el poder adquisitivo de los hogares debería caer un 1,2% entre 2022 y 2024, proyecta el Observatorio Francés de Condiciones Económicas.
De hecho, «el aumento de los salarios nominales no es suficiente para compensar el aumento del índice de precios al consumo», lo que se traduce en una caída del poder adquisitivo «pese a las medidas fiscales desplegadas» por el gobierno, como la reducción del impuesto a la vivienda o la abolición del canon de licencia audiovisual, explicó en rueda de prensa Mathieu Plane, subdirector del departamento de análisis y previsiones de la OFCE.
En consecuencia, “aparece un desacoplamiento entre, por un lado, el comportamiento de las empresas que invierten, reponen y alquilan, y, por otro, los hogares que reducen su consumo y sus inversiones para hacer frente a su caída del poder adquisitivo”, apunta el observatorio en su nota.
El crecimiento de la economía francesa se limitaría al 0,8%, según la OFCE, algo menos que el 1% previsto por el Gobierno. En 2024, repuntaría hasta el 1,2%. Si bien el crecimiento sigue apoyado en la demanda interna, se ve lastrado por el comercio exterior, cuyo déficit batió récord en 2022.
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Este déficit, más de la mitad del cual se debe a los altos precios de la energía, se traduce en un «requerimiento de financiamiento actual de la nación», que se encuentra «en un nivel históricamente alto, comparable al del segundo trimestre de 2020, al momento de el primer confinamiento, o el de 1982, antes del turno de rigor”, apuntan los investigadores.
Finalmente, la OFCE espera que aumente el desempleo, que debería pasar del 7,2% actual al 7,9% a fines de 2024, «con la disminución del aprendizaje y el aumento de la jornada laboral», que ha disminuido desde la crisis sanitaria. Actualmente, el mercado laboral es sorprendentemente sólido, con un millón de puestos de trabajo creados en Francia desde 2019.
De esta cifra, el 70% de los puestos de trabajo creados se deben al desarrollo masivo de los aprendizajes, los efectos de las medidas públicas de apoyo a las empresas y la reducción de la jornada laboral, con persistente desempleo parcial en determinadas industrias electrointensivas como la metalúrgica. Alrededor del 30% del millón de puestos de trabajo siguen sin explicación, según la OFCE.