En ClairefontaineCentre National Technical, martes 5:54 p.m. Bajo el gran calor de Clairefontaine y un sol radiante, los jugadores de la selección francesa descienden uno a uno las escaleras que conducen al magnífico campo “Michel Platini” ubicado debajo del Château. Inevitablemente, todas las cámaras solo tienen ojos para Kylian Mbappé… ausente del grupo, antes de que el parisino aparezca solo, unos metros por detrás de Olivier Giroud y Didier Deschamps. Al trote, casi tarde, el capitán del Blues baja corriendo las escaleras para unirse a sus compañeros, saludando a todos los medios con un respetuoso “hola”, todo sonrisas, y cuidándose mucho de esquivar una pregunta sobre su futuro. Como si todo se le estuviera resbalando encima.
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Unas horas antes, el delantero parisino había dado que hablar en toda Europa al decidir no activar su ampliación de contrato en el PSG. Ante la «bomba» lanzada y que relanza la telenovela sobre un posible traspaso este verano, aunque este último asegura que está «feliz» en la capital y pretende cumplir su último año de contrato, el capitán del Blues n dejar que nada se muestre en público. Sonriente, distendido y compartiendo habitación con sus compañeros y ante unos pocos privilegiados habilitados para seguir el entrenamiento del día, el capitán de los vicecampeones del mundo hizo el trabajo. “No es para nada prestado ni preocupado”, susurró sobre él también Jules Koundé, en rueda de prensa, dos horas antes. Un punto mediático en el que Mbappé, ausente, siguió volviendo al centro de las preguntas. Pero ya fuera Eduardo Camavinga o el barcelonés, todos se quedaron en las uñas. «Le bromeé pero guardo entre él y yo lo que nos dijimos», ajusta el madrileño, que estaría «encantado de darle la bienvenida» a España. Un discurso concertado, sin nota falsa.
En la oposición de la jornada, en minicampo y en un equipo formado por seis elementos (Griezmann, Thuram, Maignan, Koundé, Konaté, Tchouameni y Disasi), el fenómeno de 24 años se ha mostrado de todos modos como su ventaja, con cuatro goles, incluido un penalti, y un certero remate. Irreprochable, relajado pero serio, hizo Mbappé, impermeable a la presión una vez en el suelo. Sólo le molestó un penalti pitado a su equipo por Guy Stéphan al final de la sesión. «Para un poco, no hay penalización, para», susurró bajo el dodger de Clairefontaine. No es suficiente para hacer los titulares.
Detrás de escena, la misma impresión dentro de la casa azul. “Está como siempre, sin ningún estrés ni muestra de molestia”, testimonia un allegado a la selección. Algunos incluso sostienen que si no leyeran la prensa, nadie sabría nada de la explosiva situación contractual del máximo goleador del campeonato francés. A última hora de la tarde del jueves en Faro, salvo sorpresa, se esperará a Kylian Mbappé, como capitán de la selección de Francia, en rueda de prensa en la víspera del partido ante Gibraltar. Perfecta oportunidad para expresarse. Y mantener una telenovela que aún no ha entregado todas sus verdades.