La erupción volcánica perdió aún más intensidad el miércoles en Islandia, donde la población de la capital, Reikiavik, retomó su vida cotidiana en serenidad ante «la fuerza de la naturaleza». “La potencia de la erupción disminuyó con el tiempo, al igual que la sismicidad y la deformación” del suelo, escribió el Instituto Meteorológico de Islandia (OMI) en una actualización a las 11H53 (10H53 GMT). “En las últimas fotografías de vigilancia, la actividad se limita ahora a dos cráteres, mientras que antes eran tres, al sureste de Stóra-Skógafell”, añade.

La nueva erupción del lunes por la tarde a lo largo de una falla de cuatro kilómetros al suroeste de Reikiavik iluminó en gran medida el cielo islandés durante 24 horas con chorros de lava de color naranja brillante rodeados de nubes de humo rojo. Estos flujos continuaron el miércoles pero en proporciones mucho más modestas, bajo un cielo muy nublado, según imágenes de las cámaras de vigilancia. Esta nueva erupción, la cuarta en dos años, se produjo a tres kilómetros de una localidad de 4.000 habitantes, Grindavik, evacuada desde el 11 de noviembre tras la declaración del estado de emergencia en la región tras una importante acumulación de magma.

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El acceso a la localidad permanecerá cerrado al menos hasta el 28 de diciembre y se realizará una nueva evaluación de la situación, según informaron las autoridades. «Los habitantes de Grindavik no podrán volver a casa en Navidad», dijo a la AFP Vidir Reynisson, jefe de protección civil y gestión de emergencias de Islandia. En la capital, Reykjavik, situada a unos cuarenta kilómetros al noreste de la erupción, la vida cotidiana se ha apoderado de ella.

Hasta la erupción de marzo de 2021, la península de Reykjanes, al sur de la capital, Reykjavik, había estado libre de erupciones durante ocho siglos. Desde entonces, se han producido otros tres, en agosto de 2022, julio de 2023 y este lunes por la noche, señal, para los vulcanólogos, de una reanudación de la actividad volcánica en la región. “Creo que esta no es la nueva normalidad. Esto es simplemente la norma para nosotros los islandeses”, dijo el miércoles a los periodistas la primera ministra islandesa, Katrín Jakobsdóttir. “Hemos tenido varios casos de erupciones volcánicas y es parte de nuestra identidad, del país en el que vivimos. Obviamente estamos relativamente acostumbrados, pero sigue siendo difícil”, añadió. Según los vulcanólogos, el nuevo ciclo en la península podría durar décadas.