Los fiscales de Japón solicitaron el miércoles la pena de muerte contra un hombre de 88 años, juzgado tras pasar 46 años en el corredor de la muerte y que sostiene su inocencia, anunciaron medios japoneses. Se espera un veredicto en los próximos meses. Iwao Hakamada y su saga jurídica con tintes kafkianos han sido durante mucho tiempo un símbolo para los partidarios de la abolición de la pena de muerte en Japón.
Este ex boxeador que se convirtió en empleado de una empresa que fabricaba miso (soja fermentada) fue condenado a muerte por primera vez en 1968 por el cuádruple asesinato de su jefe y tres miembros de su familia dos años antes. Confesó los asesinatos después de someterse a brutales interrogatorios durante semanas, pero luego se retractó. Sin embargo, su sentencia de muerte fue confirmada en 1980 por el Tribunal Supremo japonés.
Sin embargo, fue puesto en libertad en 2014, después de que un tribunal finalmente admitiera dudas sobre su culpabilidad después de que las pruebas genéticas minaran pruebas incriminatorias en el centro del caso de la fiscalía: el ADN encontrado en la ropa ensangrentada no coincidía con el del condenado. Pero el camino para obtener un juicio de revisión para la persona que se considera que pasó más tiempo en el corredor de la muerte en el mundo fue particularmente largo y tortuoso.
Tras una apelación de la fiscalía, el Tribunal Superior de Tokio cuestionó en 2018 la fiabilidad de las pruebas de ADN y anuló la decisión de 2014, sin enviar a Hakamada de nuevo a prisión. En 2020, se produjo un nuevo giro: el Tribunal Supremo anuló la decisión que impedía que Hakamada fuera juzgado de nuevo. Su juicio de revisión finalmente se abrió el pasado mes de octubre en Shizuoka (centro de Japón). Incluso antes de la apertura de este nuevo juicio, los fiscales habían advertido que buscarían un nuevo veredicto de culpabilidad. Sus abogados y sus numerosos seguidores, cuyo líder es su propia hermana Hideko, de 91 años, piden su absolución.
El debate público sobre la pena de muerte no es muy animado en Japón: la mayoría de la población está a favor de mantenerla, según las encuestas, y los líderes políticos no tienen intención de abolirla.