La situación en Kosovo sigue siendo muy inestable, a pesar de la vuelta a la calma tras los incidentes violentos de hace unos meses, advirtió el miércoles 6 de septiembre el comandante de la Kfor (Fuerza de Kosovo), la fuerza desplegada por la OTAN en esta antigua provincia serbia. En este país de mayoría albanesa, en mayo se produjeron incidentes en el norte, donde se concentra la minoría serbia, incluido un motín que dejó 30 heridos en las filas de la Kfor.

«Está en calma, pero el riesgo de que se deteriore es muy cercano y por eso necesitamos una solución política», dijo a los periodistas el general Angelo Ristuccia, que comanda la KFOR. «La situación sigue siendo especialmente inestable», añadió.

Serbia, apoyada por sus aliados rusos y chinos, nunca ha reconocido la independencia proclamada en 2008 por su antigua provincia, una década después de una guerra entre las fuerzas serbias y los rebeldes independentistas albaneses. Desde el conflicto que dejó 13.000 muertos, en su mayoría albanokosovares, las relaciones entre los dos antiguos enemigos han ido de crisis en crisis.

El norte de Kosovo, donde se concentra la minoría serbia, sigue siendo escenario de disturbios recurrentes. La tensión aumentó repentinamente en mayo, cuando las autoridades kosovares decidieron nombrar alcaldes albaneses en cuatro municipios de mayoría serbia.

Alrededor de 120.000 serbios viven en Kosovo, que tiene una población total de 1,8 millones, la gran mayoría de ellos albanokosovares. Muchos serbios consideran que Kosovo es la cuna nacional y religiosa de Serbia. La minoría serbia de Kosovo sigue siendo en gran medida leal a Belgrado. Ante esta renovada tensión, la KFOR decidió reforzarse, elevando el total de sus tropas a 4.500. La Unión Europea, que ha trabajado durante años para normalizar las relaciones entre Kosovo y Serbia, reunirá nuevamente a las partes la próxima semana.

Para el general Ristuccia, cuyo mandato al frente de la KFOR finaliza el próximo mes, aún es necesario resolver una “multitud de cuestiones” mediante el diálogo político. «Mi preocupación es que incluso el acontecimiento más insignificante pueda provocar una situación difícil», añadió.