El cineasta Jeff Nichols se destaca en la reconstrucción de una época específica. Sería incluso más exacto decir un momento en el tiempo, vivido por un grupo de personas. Su cámara natural y su escritura auténtica dan la impresión de ser un testigo privilegiado.
El estadounidense lo hizo en Mud (2012), luego en Loving (2016) y repite la hazaña con The Bikeriders (Les motards en versión francesa). El planteamiento es incluso similar al del documental de la primera mitad.
El escenario está inspirado en un libro de fotografías de Danny Lyon. En el largometraje que lleva el nombre de su obra publicada en 1967, el fotoperiodista es interpretado por Mike Faist (Challengers). Además de tomar fotografías de miembros de los Vandals, un club de motociclistas de Chicago, realizó entrevistas con algunos de ellos. Su principal entrevistada, sin embargo, es Kathy (Jodie Comer), esposa de Benny (Austin Butler), un joven motociclista oscuro y volátil. Desde su amor a primera vista hasta el rechazo de esta vida inestable, la historia de la audaz joven guía la película.
Es destacable la actuación de la actriz vista en Free Guy y The Last Duel. Sin excesos y con una franqueza desarmante, expresa la emoción que reprimen estos hombres retraídos. Sin embargo, la interpretación de los actores que los interpretan no deja de ser interesante. Austin Butler (Elvis, Dune: Segunda parte) hace gala de un carisma que recuerda al de James Dean. Benny, hombre de pocas palabras, habla con los ojos y los puños. El líder de los Vandals, Johnny (Tom Hardy, de nuevo con un acento imposible, pero convincente), es más locuaz. Más padre de una familia numerosa que líder criminal, fue perdiendo progresivamente la influencia de su club, que vio crecer sus filas hacia el final de la guerra de Vietnam. Los nuevos miembros no obedecen el mismo código de conducta y provocan tensiones con la vieja guardia.
Los personajes secundarios ayudan a hacer de The Bikeriders una experiencia sincera y entretenida. Interpretados por actores muy talentosos, como Michael Shannon, Boyd HolBrook y Norman Reedus, estos coloridos hombres son entrañables y amplían la gama de personalidades de una subcultura a menudo estereotipada.
Aunque se cuenta una etapa de sus vidas, poco se sabe de ellos. La narrativa permanece en la superficie y se centra más en la creación de una atmósfera que en una exploración de la psique. Esto no es un defecto en sí mismo, pero no es la película biográfica que cabría esperar. Los motociclistas del libro de Danny Lyon existieron. Los de la película de Jeff Nichols sólo tienen nombres de pila. Sin embargo, tienen el encanto suficiente para convencernos de unirnos a ellos y creer todas sus historias.