(La Haya) Conocido por ir al trabajo en bicicleta mientras mastica una manzana, el holandés Mark Rutte necesitará todas sus habilidades de equilibrio para liderar a la OTAN en uno de los períodos más difíciles de su historia.

El camino está ahora despejado para el dimitido Primer Ministro de los Países Bajos, candidato a jefe de la OTAN, tras la retirada el jueves de la carrera de su único competidor, el presidente rumano Klaus Iohannis.

Con una altura de 1,93 m, Rutte, de 57 años, tiene muchos apodos, entre ellos «Teflon Mark» por su resistencia a los escándalos, y «The Trump Whisperer», el susurrador al oído de Donald Trump, por su capacidad para razonar con el ex presidente estadounidense.

La primera cualidad le convirtió en el primer ministro con más años de servicio en su país, recuperándose en particular en 2021 tras la dimisión de su gobierno tras un escándalo sobre las prestaciones sociales. Finalmente renunció el año pasado después de una disputa de coalición sobre el asilo.

La segunda habilidad puede resultar crucial al frente de la OTAN con la vista puesta en un posible segundo mandato en la Casa Blanca de Trump, quien es notoriamente escéptico sobre la participación de Estados Unidos dentro de la alianza.

Sus pares le atribuyen a Rutte haber salvado una cumbre de la OTAN de 2018 al hablar con Trump sobre el gasto en defensa.

Más recientemente, Rutte fue aún más franco en la Conferencia de Seguridad de Munich, diciendo que Europa debe trabajar «con quienquiera que esté en la pista de baile».

“Todos estos lloriqueos y quejas sobre Trump, lo escucho constantemente estos últimos días, dejemos de hacerlo”, dijo.

Mark Rutte tiene una imagen del «Señor Normal». Además de llegar en bicicleta para reunirse con líderes extranjeros, es conocido por hacer sus propias compras en su supermercado y conducir su propio Saab para visitar al rey.

En un vídeo que se ha vuelto viral, insiste en limpiar él mismo el café que acaba de derramar en uno de los edificios gubernamentales, entre aplausos del personal y risas de su propia torpeza.

En cuanto a Ucrania, los Países Bajos firmaron este año un acuerdo por dos mil millones de euros en asistencia militar durante 10 años, antes de añadir mil millones adicionales.

Rutte también encabezó los esfuerzos para equipar a Kiev con aviones de combate F-16, una medida descrita como “histórica” por el presidente Volodymyr Zelensky durante un viaje a los Países Bajos.

“Ucrania debe ganar esta guerra. Por su seguridad y la nuestra”, dijo Rutte, el cuarto holandés en liderar la OTAN.

Sus 14 años como primer ministro estuvieron marcados por la destrucción en el aire del vuelo MH17 de Malaysia Airlines sobre Ucrania por un misil ruso en 2014, con 196 holandeses entre los 298 muertos.

Hablando en París poco después de la invasión rusa, Rutte describió inequívocamente al presidente Vladimir Putin: “frío, brutal, despiadado”.

El segundo líder europeo con más años de servicio después del húngaro Viktor Orban, sus habilidades diplomáticas se pusieron de relieve en sus esfuerzos por convertirse en jefe de la OTAN.

Finalmente pudo convencer a los principales reticentes: Turquía y Hungría. Este último se sintió ofendido por los comentarios del Sr. Rutte, quien declaró que Budapest no debería ser parte de la UE después de la adopción de una ley que prohíbe la promoción de contenidos LGBTQ entre menores.

Su carrera política en los Países Bajos se vio empañada por varios escándalos. El repentino colapso el año pasado de su coalición después de una disputa por el asilo desencadenó elecciones ganadas por la extrema derecha de Geert Wilders.

Mark Rutte es el menor de siete hermanos. Su padre Izaak era comerciante. Su madre Mieke era hermana de la primera esposa de Izaak, que murió en un campo japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Inicialmente soñaba con una carrera como pianista, pero después de sus estudios en la Universidad de Leiden se unió al gigante de consumo angloholandés Unilever.

Su soltería provocó especulaciones en los medios, pero él siempre desvió las preguntas y se limitó a decir que estaba “feliz”.

Se describe a sí mismo como un “hombre de costumbres y tradición” y ha pasado toda su vida en La Haya, donde da clases de forma voluntaria.

“A Mark no le gustan los cambios, siempre quiere lo mismo”, resume Marco Rimmelzwaan, su peluquero.