Bajar la temperatura social. A dos semanas de promulgada la reforma de las pensiones, Emmanuel Macron ha multiplicado desde entonces sus viajes al país. E intenta renovar el vínculo, distendido, con los franceses. De nuevo sobre el terreno, en el Doubs y el Jura, este 27 de abril, el presidente de la República sabía, como de costumbre, que se esperaba que hiciera la pedagogía del aplazamiento de la edad legal de jubilación.
Pero es sobre un tema completamente diferente que el jefe de Estado fue cuestionado: el de la remuneración de los grandes patrones. «¿Qué opinas de los salarios de los principales directores ejecutivos?», le pregunta un transeúnte en un mercado entre dos pasillos de ropa. “Escandaliza a todos, a mí también, me escandaliza”, responde Emmanuel Macron. “Considero que cuando las diferencias alcanzan estas proporciones ya no se le puede explicar a la gente”, insiste.
Lea también «Nos han estado fumando durante cinco años»: arrestado en el Jura por un ex «chaleco amarillo», Macron se defiende
Preguntado por el margen de maniobra del Gobierno, «en un estado de derecho», sobre el monto de esos salarios a veces excesivos, el mandatario respondió que el Estado, precisamente, se opone en las empresas en las que tiene acciones. “Nosotros, cuando estamos en la capital, votamos en contra. Y además, los jefes, en el sector público, desde hace años, están limitados en su remuneración”, explica Emmanuel Macron. Quien añade que los servicios públicos no pueden “reemplazar a los accionistas”, en Asamblea General, en el sector privado. “No es el Estado el que puede hacerlo, es responsabilidad de todos”, atrona el presidente, que va más allá y apunta a “la gente desconectada”.
Comentarios bastante inusuales de Emmanuel Macron, quien fue un ferviente defensor de la «teoría de la segunda vuelta» y un feroz partidario de una economía que comience desde el «primero en la fila». Tan inusual que la oposición de izquierda se apresuró a burlarse de palabras desconectadas de la política de seis años. “¿Los ingresos de los grandes jefes? Macron está “conmocionado”, pero el “Estado no puede”. Si el estado, y su líder, pudieran. Ya no podía otorgar subsidios a sus empresas. Ya no podía recibirlos en el Elíseo. Podría mil cosas. La verdad: no quiere», fustigó el diputado de Somme, François Ruffin.
““Así que por eso les di regalos fiscales”, luego bromeó la eurodiputada LFI Manon Aubry. Misma historia para el jefe de diputados socialistas Boris Vallaud: “Brecha de remuneración fijada del 1 al 20, tributación de las superganancias, vuelta del ISF Más de 5 años que llevamos haciendo estas propuestas al Gobierno… Más de 5 años rechazan todo. Si alguien todavía piensa que está «conmocionado», es porque Emmanuel Macron se merece un César».