Sus rostros hundidos revelan ojos oscuros y penetrantes. Sus brazos son esqueléticos. Lesly, 13, Seleiny, 9, Tien Noriel, 4 y Cristin, 1, fueron encontrados a salvo después de 40 días de vagar por la selva amazónica. El 1 de mayo, su avión se estrelló al sur de Caquetá, Colombia. Desde entonces, un centenar de soldados y decenas de indígenas intentan seguir su rastro gracias a las preciosas huellas que podían dejar en la espesa vegetación.
Los niños pequeños fueron descubiertos el viernes 9 de junio por la tarde a solo unas pocas millas de los restos. Estaban deshidratados, presentaban síntomas de desnutrición y numerosas picaduras de insectos en el cuerpo. Inmediatamente un equipo médico los atendió y los trasladaron vía aérea desde la selva a la ciudad de Bogotá. Ahora se encuentran hospitalizados en un establecimiento de salud del ejército, donde se encuentran en un proceso de renutrición. Una hospitalización que podría durar entre dos y tres semanas.
En general, los niños no se encuentran en un estado de salud especialmente malo: «Están muy débiles», pero están en «buenas manos», declaró a la prensa el abuelo de los pequeños. Astrid Cáceres, directora del Instituto de Bienestar Familiar, explicó que los niños «hablaban poco» pero estaban «alegres»: «Están empezando a querer jugar, Cristin en particular», se regocijó. El médico militar simplemente notó algunas «lesiones en la piel y mordeduras». Un estado de salud general que es casi un milagro, después de 40 días en la selva amazónica.
¿Cómo pudieron estos jóvenes sobrevivir tanto tiempo en la selva, sin comida ni agua? Sobre todo porque su pequeño grupo incluía a un niño de un año, que requiere atención especial. Según la familia de los niños, los hermanos pudieron sobrevivir gracias a la mayor, Lesly. La niña de 13 años alimentaba a sus hermanos con Fariña, una especie de harina hecha a base de yuca amarga, semillas de la selva y frutos. La joven sabía “qué frutas no podía comer porque en la selva hay muchas frutas tóxicas, que rayan”, explicó su tía en una entrevista con Caracol Noticias, programa de la televisión colombiana. También sabía cuidar a un bebé, porque desde los 5 años “cuidaba a su hermanito y ayudaba a su mamá”, agrega la tía.
Al mismo tiempo, la niña de 13 años logró albergarlos construyendo pequeñas cabañas de madera. Para la tía de los hermanos, no hay duda de que la joven está en el origen de las construcciones. Incluso se inspiró en un juego al que ambos jugaban: «Solíamos construir pequeñas cabañas cuando jugábamos, y por las fotos que nos enviaron, creo que fue ella quien lo hizo». Lo sentí en mi corazón porque ella tiene la capacidad de aprender muchas cosas y creo que fue ella quien permitió que sus hermanitos también sobrevivieran”, dijo la mujer. El abuelo los llamó “hijos del monte”.
Para la Organización Nacional de Pueblos Amerindios de Colombia (Opiac), no hay duda de que su condición indígena y esa conexión tan especial con la naturaleza ha jugado a su favor: “La supervivencia de los niños es la demostración del conocimiento y la relación que los indígenas tener con la naturaleza, un vínculo enseñado desde el vientre de la madre”, se escribe en nota de prensa de la Opiac. “Son niños indígenas y conocen muy bien la selva. Sabían qué comer y qué no comer. Gracias a eso ya su fuerza espiritual lograron sobrevivir”, aseguró a la AFP Luis Acosta, quien participó en los operativos de búsqueda. «Tenemos una conexión especial con la naturaleza», dice a la AFP Javier Bettencourt, otro dirigente de la ONIC. “El mundo necesita esta relación especial con la naturaleza, para favorecer a quienes, como los nativos, viven en el bosque y lo cuidan”.