Las mujeres y los laicos podrán votar en la próxima asamblea de obispos, anunció el Vaticano el miércoles, un punto de inflexión dentro de la Iglesia Católica.

La primera fase de la asamblea final de este “Sínodo sobre la sinodalidad”, una amplia consulta mundial sobre el futuro de la Iglesia, tendrá lugar en octubre en Roma y la secretaría del Sínodo ha publicado este miércoles las normas de participación en este encuentro. Será la primera vez que mujeres y laicos no consagrados podrán votar en un sínodo, una decisión que se reclama desde hace tiempo cuando este derecho estaba hasta ahora reservado a los clérigos.

Además de los obispos, arzobispos y otros religiosos elegidos por las conferencias episcopales locales “se suman 70 miembros no obispales que representan a los demás fieles del pueblo de Dios (…) y que proceden de las Iglesias locales”, indica este documento. Estas 70 personas serán elegidas por el Papa Francisco de una lista de 140 personas. “Se pide que el 50% de ellas sean mujeres y que se destaque la presencia de jóvenes”, prosigue el secretariado del Sínodo.

Los criterios para figurar en la lista de los 140 son “no sólo sus conocimientos generales y su prudencia, sino también sus conocimientos, teóricos y prácticos, así como su participación, a cualquier título, en el proceso sinodal”, especifica este documento. “Como miembros del sínodo, tendrán derecho a voto”, subraya la secretaría del sínodo, al tiempo que recuerda que el Papa puede nombrar él mismo miembros laicos para participar en esta consulta. Fue el mismo Francisco quien aprobó hace diez días la ampliación de la participación de los laicos en el sínodo.

Esta amplia consulta sobre el futuro de la Iglesia, ya en curso en muchas conferencias episcopales, permitirá medir el equilibrio de poder sobre los grandes temas, como el lugar de la mujer, la gestión de los casos de pedocrimen o la situación de personas divorciadas que se han vuelto a casar. Desde su elección en 2013, Francisco ha ampliado gradualmente el lugar de los laicos y las mujeres dentro de la Iglesia y el Vaticano, en particular al multiplicar los nombramientos de mujeres dentro de la Curia, el “gobierno” central de la Santa Sede.