La llegada de proyectos identificados como “estructurantes” como el REM no es una mala idea en sí misma. ¿Quién estaría en contra de la virtud de promover el transporte público? El cuestionamiento que debemos abordar es más bien en términos de soluciones y de la integración concreta de estas supuestas soluciones.
Cuando pensamos en transporte público a gran parte de la población nos viene a la cabeza la imagen de un autobús o metro, pero si les pregunto a mis hijos me hablan de patinetes eléctricos y vehículos autónomos. Es este paradigma el que debemos cambiar, debemos revisar nuestras formas de hacer las cosas… ¡y ya!
Si empezamos a pensar tomando el ejemplo de REM, todos podemos estar de acuerdo en que es una excelente columna vertebral, una base. Si no vivo en el territorio que abarca la atracción, ¿estoy realmente entusiasmado con su llegada?
Por el contrario, si vengo de Estrie, perderé mi carril reservado y me pedirán que pague una tarifa adicional para realizar un traslado de modo al centro de la ciudad. Si salgo de Châteauguay, en la costa suroeste, ¿cómo llego al REM? No existe conexión entre la ciudad y la estación REM de Brossard. ¡Te dan la imagen!
Necesitamos una frecuencia adecuada, un modo de transporte que satisfaga nuestras necesidades y una flexibilidad que responda a los viajes que necesitamos hacer, no sólo un autobús puntual en los suburbios o en la región durante el día.
Si algo hemos aprendido en los últimos años es que ya es hora de definir qué es el tráfico, los tiempos de congestión y los medios a tomar para poner en práctica rápidamente el mayor número de opciones posibles para evitar conducir solo. Es hora de ir más allá de un bonito informe o una consulta.
Cualquier proyecto de transporte debe satisfacer las diferentes necesidades de la población, no los indicadores clave de desempeño de los tomadores de decisiones. No es ninguna ciencia: cuanto más fácil sea el acceso de los ciudadanos a los diferentes modos de transporte, más dispuestos estarán a utilizar la oferta de servicios. Los dirigentes de las distintas agencias de transporte se encuentran actualmente planificando, pero dejando de lado la implementación.
¿Es falta de coordinación entre los directivos, falta de conocimiento de las soluciones disponibles o incluso terquedad en querer hacer todo de manera diferente? Se hace la pregunta y, lamentablemente, no obtenemos las respuestas que queremos… y mucho menos los proyectos que marcarían la diferencia.
Los ciudadanos actuales y las nuevas generaciones quieren más y ¡ya! Si realmente queremos cambiar paradigmas, los grandes proyectos estructurantes no son la única solución. La accesibilidad debe implicar varios elementos, ya sea el horario que nos convenga, la posibilidad de reservar según nuestros medios tecnológicos o simplemente el pago obvio y comprensible.
Sin querer dejar de lado los demás elementos, el pago es una base importante a considerar. Habiendo viajado por varios países, utilizo el transporte público en mis viajes cuando es comprensible y claro, sin tener que pagar tarjeta de agencia. ¡No tomará 10 años implementarlo!
Es posible buscar soluciones ya disponibles en el mercado para abrirse a lo que se hace en otros lugares. Dejemos de querer reinventar constantemente la rueda, gastando dinero en desarrollar soluciones comerciales que podrían funcionar rápidamente.
Los últimos años pasados en el mundo del transporte me han abierto los ojos a las diferentes posibilidades de este sector. Sin embargo, creo que la población de Quebec debe aprender más sobre las diferentes innovaciones disponibles en el mundo.
Es fundamental pensar en el mañana, en el posicionamiento que quiere tomar la provincia en materia de transporte y reducción de GEI. Es hora de mirar hacia otra parte para que podamos educarnos para tomar las decisiones correctas.
Lamentablemente, todavía no he tenido la oportunidad de ver surgir personas que se hagan cargo de la verdadera movilidad integrada del mañana y ofrezcan una propuesta de transporte integrada y coherente para la población.