El papa Francisco instó este miércoles al clero portugués a «acoger y escuchar» el «grito de dolor de las víctimas» de la violencia sexual en la Iglesia, en el primer día de su visita a Lisboa y seis meses después de la publicación de un informe que conmocionó este país.

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Ante los sacerdotes, diáconos y obispos reunidos en el Monasterio de los Jerónimos, Jorge Bergoglio habló de «la desilusión y la ira que algunos sienten hacia la Iglesia, a veces por nuestro mal testimonio y los escándalos que han desfigurado su rostro».

Según él, estos escándalos “llaman a una humilde y constante purificación, a partir del grito de dolor de las víctimas, siempre para acoger y escuchar”.

En febrero, un informe encargado por la conferencia episcopal portuguesa, pero realizado por una comisión de expertos independientes, estableció que al menos 4.815 menores habían sido víctimas de violencia sexual en un contexto religioso desde 1950. Esta violencia fue encubierta por la jerarquía de la Iglesia de manera “sistémica”, concluyeron tras haber recogido más de 500 testimonios en un país donde el 80% de la población de diez millones de habitantes se define católica.

La jerarquía eclesiástica pidió perdón a las víctimas y reconoció que era necesario «cambiar la cultura de la Iglesia» pero, según una encuesta, el 68% de los encuestados consideró que su imagen se había deteriorado. Antes de la llegada del Papa a Lisboa, un grupo de apoyo a las víctimas colocó tres grandes carteles en la ciudad que evocan a los «más de 4.800 niños abusados ​​por la Iglesia católica en Portugal». La iniciativa de estos ciudadanos anónimos pretendía “luchar contra el borrado de las víctimas de la agenda mediática, centrada en la celebración de una institución que las condena al silencio”, explican en su web.

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Según la Conferencia Episcopal Portuguesa, el Papa Francisco debe reunirse en privado con las víctimas de agresión sexual, pero este encuentro no está incluido en el programa oficial. Desde Irlanda hasta Alemania y Estados Unidos, la proliferación de escándalos sexuales en la Iglesia ha sido uno de los desafíos más dolorosos para el Papa Francisco.

Abogando por la «tolerancia cero», se reunió con víctimas en varias ocasiones y creó una comisión consultiva para la protección de los menores, que finalmente se integró en la Curia, pero fue muy criticada. Al igual que el levantamiento del secreto papal sobre la violencia sexual del clero y la obligación de religiosos y laicos de denunciar cualquier caso a su jerarquía, el líder espiritual de la Iglesia Católica también ha multiplicado las medidas, pero el secreto de confesión sigue siendo absoluto.