François Bayrou acusa severamente la estrategia de Emmanuel Macron y el gobierno. El jefe del MoDem cree que “no se ha explicado nada con claridad” en la reforma de las pensiones, habiéndose el Gobierno, según él, “dejado caer en una trampa”, por no haber llevado “el debate sobre el inevitable reequilibrio de el sistema”, en entrevista con la JDD.

La ausencia de este debate “es el origen de todas las dificultades”, considera François Bayrou, explicando “no poder entender por qué aceptamos sin reaccionar que acreditamos en la mente de los franceses la idea de que nuestro sistema de pensiones ahora estaba equilibrado.

Ante «la broma» del discurso de las oposiciones que disputan la necesidad de refinanciar el sistema -según él de «mentes descarriadas»-, el aliado histórico de Emmanuel Macron lamenta en particular que «el Gobierno no haya presentado a los franceses las “cifras de cuentas nacionales”: “¿Por qué? ¿Para ahorrar a los interlocutores sociales? ¿En aras de tranquilizar a Bruselas? ¿O por conformidad de pensamiento?

“Es nuestra propia concepción de la democracia la que está en juego”, prosigue el fracasado tres veces candidato presidencial, fustigando la idea de “creer que una vez elegidos, son los líderes los que deciden por sí mismos, y que la base será tiene que seguir, obedecer o resignarse a una decisión tomada por encima de ella”.

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«Ninguna gran reforma puede llevarse a cabo si no hemos llevado la exigencia de la información total y la conciencia compartida», argumenta Bayrou, considerando que «las fracturas, las resistencias y las reticencias» se producen «cuando la organización del poder se reduce a un enfrentamiento entre un ‘top’ que no dice quién es y qué quiere y una base a la que sólo se le pide obediencia».

Sin embargo, según él, “los mecanismos de control del poder desde arriba, el eterno retorno de los mismos elementos del lenguaje, de los mismos reflejos tecnocráticos han obstaculizado la misión de reinventar la relación entre la base y la llamada cumbre”.

En cuanto al fondo, el Alto Comisionado para el Plan considera que habría “necesitado un plan mucho más completo para volver al equilibrio en diez o doce años, exigiendo esfuerzos no solo de los empleados, sino también de otras categorías de la población”. , expresando su «sufrimiento» de que los «reformistas» – dirigidos por un lado a la CFDT, CFTC, CGC y «grandes sectores de FO», por otro lado al ejecutivo – «no logran encontrar métodos de trabajo comunes».

«Hay responsabilidades de ambos lados», juzga, apuntando al «enfoque rígido» de la CFDT «y, por parte del ejecutivo, el miedo a ser ‘acuñado’ después de haber hecho concesiones».