Una tormenta de arena azota este viernes el centro de Irak y Bagdad, el primer evento de este tipo este año en la capital de este país semidesértico donde estos fenómenos van en aumento. El año pasado, Irak experimentó más de una docena de tormentas de polvo y arena en la primavera, una intensidad sin precedentes debido en gran parte a la desertificación.
Este viernes, los iraquíes encontraron el ya familiar halo naranja que colorea la atmósfera que se ha vuelto irrespirable. La visibilidad se redujo considerablemente, mientras que una película de polvo cubría autos y casas, informaron periodistas de la AFP. Empujada hacia el este por el viento, la tormenta se desplazó desde la provincia de Al-Anbar para llegar a las provincias de Bagdad y Salaheddine al final de la tarde.
Las autoridades locales aún no pudieron contar la cantidad de personas hospitalizadas con problemas respiratorios relacionados con la tormenta. En un comunicado, el ministro de Salud, Saleh al-Hasnaoui, dijo que había ordenado que «todos los establecimientos de salud estén en alerta» para recibir a estos pacientes. Interrogado por AFP, Maytham al-Safi, portavoz del Ministerio de Transportes, aseguró que los «vuelos continúan con normalidad».
El año pasado, con casi todas las tormentas de este tipo hubo que interrumpir el transporte aéreo, cerrar administraciones y escuelas y miles de personas hospitalizadas por problemas respiratorios. Según los meteorólogos, se espera que las tormentas de arena y polvo aumenten en los próximos años. Las Naciones Unidas clasifican a Irak entre los cinco países del mundo más vulnerables a los efectos del cambio climático.
Durante las próximas dos décadas, se espera que el país experimente «272 días de polvo» por año y para 2050 se alcanzará el umbral de los 300 días, según un funcionario del Ministerio de Medio Ambiente. Primer culpable de esta intensificación de las tormentas: la desertificación galopante, el juez Amer al-Jabri, portavoz del departamento meteorológico iraquí, en una entrevista con AFP. Citando «sequía, falta de lluvia, sequía de ríos», cree que Irak «carece de ‘cinturones verdes’ y limpieza de tierras agrícolas».
Para contrarrestar la desertificación y las tormentas, el primer ministro Mohamed Chia al-Soudani dio a conocer una campaña a mediados de marzo para “plantar cinco millones de árboles y palmeras” en Irak.