Marco Rubio, el jefe de la diplomacia estadounidense, se embarca en un viaje a América Latina con dos prioridades candentes: migración y seguridad. A medida que la era 2.0 de la administración Trump se pone en marcha con una serie de decretos presidenciales en rápida sucesión, los países latinoamericanos están en alerta máxima.
Antes incluso de que Rubio pusiera un pie en la región, las tensiones entre Estados Unidos y Colombia estaban en su punto máximo, con acusaciones de envío de migrantes en situación irregular en aviones militares. Trump, en su típico estilo beligerante, amenazó con aranceles y sanciones a Bogotá si no cumplía con sus exigencias. Sandra Borda, profesora de ciencia política en la Universidad de los Andes, resume la situación con una advertencia clara: “Washington ha mostrado los dientes y ya sabemos qué pasa cuando no seguimos los dictámenes”.
Panamá: El Canal en el Centro de la Tormenta
La primera parada en el itinerario de Rubio es Panamá, donde las tensiones están en su punto más álgido. La retórica de Trump sobre la influencia china en el Canal de Panamá ha encendido alarmas en la región. Desde acusaciones de empresas chinas construyendo puentes para bloquear la vía intraoceánica hasta la insinuación de que China controla los puertos en ambos extremos, las acusaciones son graves.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, ha dejado claro que el canal es un asunto no negociable. Trump, por su parte, ha intensificado su retórica antiinmigrante, prometiendo un número récord de expulsiones. En este contexto, Rubio probablemente buscará la cooperación de los países visitados para hacer frente a la crisis migratoria en la frontera sur de Estados Unidos.
Defensa de Gobiernos Conservadores
Además de abordar la cuestión migratoria, se espera que Rubio defienda a los gobiernos conservadores en la región. En países como El Salvador, con su presidente Nayib Bukele conocido por su enfoque implacable contra las pandillas y la delincuencia, y en República Dominicana, con la política de expulsión de haitianos en situación irregular y la construcción de un muro en la frontera, se espera que Rubio respalde estas medidas.
En Guatemala, el presidente Bernardo Arévalo, elegido en parte por su promesa de combatir la corrupción, también ha cooperado con la administración Trump en la cuestión migratoria. Maureen Meyer, de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), señala que Arévalo busca el apoyo de la administración Trump para contrarrestar las fuerzas internas que amenazan su gobierno.
En resumen, el viaje de Marco Rubio a América Latina promete ser un punto de inflexión en la relación entre Estados Unidos y la región. Con la migración y la seguridad en el centro de la agenda, su visita será seguida de cerca por todos los actores involucrados. La diplomacia estadounidense está en juego, y el futuro de la región pende de un hilo.